Asomaba a sus ojos una lágrima y a mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro; pero, al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: ¿Por qué callé aquel día? Y ella dirá: ¿Por qué no lloré yo?
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