Cuando un amigo se va,
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va,
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Cuando un amigo se va,
una estrella se ha perdido,
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.
Cuando un amigo se va,
se detienen los caminos
y se empieza a avinagrar
el duende dulce del vino.
Cuando un amigo se va,
galopando su destino,
empieza el alma a vibrar
porque se llena de frío.
Cuando un amigo se va,
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.
Cuando un amigo se va,
se queda el árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.
Cuando un amigo se va,
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.