Niño quejumbroso, ¿què tiene tu pelo?
En èl, por besarte, la brisa se enreda,
y entre la madeja de hilillos de seda
el polvo de otoño coloca su velo.
¿Què tienen tus ojos, niño pordiosero?
¿Què tienen tus ojos de luz desolada?
Frente a tus oscuros caminos de nada
son como murientes y hundidos luceros.
¿Què tienen tus labios, niño gemebundo,
si ya en sus corolas se asoma el hastìo
y de rama mustios su polen de frìo
como las espigas de mi erial profundo?
Niñito de pena, ¿què tienen tus manos,
que en lugar de lirios semejan ortigas
cuando en los portales imploran las migas
y a la vida artera se tienden en vano?
¿Què tienen tus plantas, niño lastimero?
¡Si dejan rojeces de angustia tus huellas
cuando en muda cuita sonrojas la estrella
y cruzas la sombra de inhòspito alero!
Niñito de làgrimas de un mundo de hielo,
¡còmo veo mi culpa temblar en tu llanto!
Tu dolor acalla la risa y el canto
y deja en las almas su signo de duelo.