Cuando falte a mis
hombros, madre mía, la fuerza;
cuando cerca del
surco donde se siembre llegue;
cuando ya hasta el
más leve remolino me tuerza
y hasta el peso del
alma me doblegue...,
tu recuerdo, ese
fardo de diamante,
seguirá firme sobre
mis hombros muertos,
¡porque en todas mis
penas amor es un gigante,
y el cariño es un
Hércules con los brazos abiertos!
Cada vez que a mi
paso los humanos
dolores arrojaron su
venablo ofensivo,
se interpuso veloz,
sobre tus manos,
tu corazón, como un
escudo vivo.
¡Qué mal me han
hecho, madre, otros afectos!
Me llenaron los
brazos de goces imperfectos;
cada boca de amante
fue lengua ponzoñosa;
una fue mi ladrona y
otra fue mi asesina;
yo les di de lo mío
mucho más de la rosa,
¡pero ellas no
pasaron más allá de la espina!
Lejos de ti, mil
veces
busqué en ajenos
labios el manantial de vida;
el amor que me dieron
lo devolví con creces,
y por tantas heridas
no devolví una herida.
fuente, el cauce
divino,
el afluente de amores
cuyo origen arranca
del hueco de las
manos que Dios tiende al destino.
Vuelvo a ti. Ya no
quiero
sino el raudal
templado del amor verdadero.
No más que aquel
tumulto
de pasión
transitoria, de falaces querellas,
que ante tu amor
perenne tienen el baldón de insulto,
¡como una escopetazo
lanzado a las estrellas!
Y encuentro en tu
cariño más goce y más regalo;
él es la luz que
nunca se refracta en el prisma...
Si Cristo fuera malo,
su madre, más humana,
fuera siempre la misma.
Todas son una sola,
para el dolor desnudas:
es una policéfala
encarnación de diosa;
son iguales la madre
de Cristo y la de Judas,
¡porque ambas están
hechas de pulpa milagrosa!
Madre, como la
tierra, generosa y eterna,
guarda tu vientre
vivas sementeras;
arrecien los dolores
en cada nuevo invierno...
Tú los devolverás en
primaveras.
Madre, en este
coloquio feliz, de mi regreso
dos cielos
bendigamos:
la patria, donde
nuestro corazón está preso;
la madre, que es la
patria que primero habitamos.
Y déjame dormir sobre
tu traje,
sobre tu vientre,
escena de mi primera aurora,
para soñar que voy
por un ramaje
donde se oculta un
nido con un pichón que llora...
Andres Eloy Blanco, què hermoso. es un gigante!!!
ResponderEliminar