Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora a su
afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la
ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama la agua fría, y
perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un Dios prisión ha
sido, venas que humor a tanto fuego han dado, médulas que han gloriosamente ardido:
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado.
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