POESÍA INOLVIDABLE

POESÍA INOLVIDABLE

miércoles, 3 de octubre de 2012

AMOR, CUANDO YO MUERA

Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda,
ni llores sacudiéndote como quien estornuda,
ni sufras «pataletas» 
que al vecindario alarmen, 
ni para prevenirlas compres gotas del Carmen. 

No te sientes al lado de mi cajón mortuorio 
usando a tus cuñadas 
como reclinatorio; 
y cuando alguien, amada, se acerque a darte el pésame, 
no te le abras de brazos en actitud de ¡bésame! 

Hazte, amada, la sorda cuando algún güelefrito dictamine, 
observándome, que he quedado igualito. 
Y hazte la que no oye ni comprende ni mira 
cuando alguno comente que parece mentira. 

Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda: 
Yo quiero ser un muerto 
como los de Neruda; 
y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores: 
¡Eso es para los muertos esülo Julio Florez! 
No se te ocurra, amada, formar la gran «llorona» 
cada vez que te anuncien que llegó una corona; 
pero tampoco vayas a salir de 
indiscreta a curiosear el nombre que tiene la tarjeta. 

No grites, amada, que te lleve conmigo 
y que sin mí te quedas 
como en «Tomo y obligo», 
ni vayas a ponerte, con la voz desgarrada, 
a divulgar detalles de mi vida privada. 

Amor, cuando yo muera no hagas lo que hacen todas; 
no copies sus estilos, no repitas sus modas: 
Que aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto, 
¡sepa al menos el mundo que fui un muerto distinto!



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miércoles, 3 de octubre de 2012

AMOR, CUANDO YO MUERA

Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda,
ni llores sacudiéndote como quien estornuda,
ni sufras «pataletas» 
que al vecindario alarmen, 
ni para prevenirlas compres gotas del Carmen. 

No te sientes al lado de mi cajón mortuorio 
usando a tus cuñadas 
como reclinatorio; 
y cuando alguien, amada, se acerque a darte el pésame, 
no te le abras de brazos en actitud de ¡bésame! 

Hazte, amada, la sorda cuando algún güelefrito dictamine, 
observándome, que he quedado igualito. 
Y hazte la que no oye ni comprende ni mira 
cuando alguno comente que parece mentira. 

Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda: 
Yo quiero ser un muerto 
como los de Neruda; 
y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores: 
¡Eso es para los muertos esülo Julio Florez! 
No se te ocurra, amada, formar la gran «llorona» 
cada vez que te anuncien que llegó una corona; 
pero tampoco vayas a salir de 
indiscreta a curiosear el nombre que tiene la tarjeta. 

No grites, amada, que te lleve conmigo 
y que sin mí te quedas 
como en «Tomo y obligo», 
ni vayas a ponerte, con la voz desgarrada, 
a divulgar detalles de mi vida privada. 

Amor, cuando yo muera no hagas lo que hacen todas; 
no copies sus estilos, no repitas sus modas: 
Que aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto, 
¡sepa al menos el mundo que fui un muerto distinto!



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