POESÍA INOLVIDABLE

POESÍA INOLVIDABLE

domingo, 27 de diciembre de 2009

LAS UVAS DEL TIEMPO



Madre: esta noche se nos muere un año.

 En esta ciudad grande, todos están de fiesta; zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!; claro, como que todos tienen su madre cerca... ¡Yo estoy tan solo, madre, tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera; estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año pasado que se queda.


Si vieras, si escucharas este alboroto: hay hombres
vestidos de locura, con cacerolas viejas,
tambores de sartenes,
cencerros y cornetas;
el hálito canalla
de las mujers ebrias;
el diablo, con diez latas prendidas en el rabo,
anda por esas calles inventando piruetas,
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.



Esta es la noche en que todos se ponen
en los ojos la venda,
para olvidar que hay alguien que está cerrando un libro,
para no ver la periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
porque no lo sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una pérdida.


Aquí es de la tradición que en esta noche,
cuando el reloj anuncia que el Año Nuevo llega,
todos los hombres coman, al compás de las horas,
las doce uvas de la Noche Vieja.

Pero aquí no se abrazan ni gritan: ¡FELIZ AÑO!,
como en los pueblos de mi tierra;
en este gozo hay menos caridad; la alegría
de cada cual va sola, y la tristeza
del que está al margen del tumulto acusa
lo inevitable de la casa ajena.



¡Oh nuestras plazas, donde van las gentes,
sin conocerse, con la buena nueva!
Las manos que se buscan con la efusión unánime
de ser hormigas de la misma cueva;
y al hombre que está solo, bajo un árbol,
le dicen cosas de honda fortaleza:
«¡Venid compadre, que las horas pasan;
pero aprendamos a pasar con ellas!»
Y el cañonazo en la Planicie,
y el himno nacional desde la iglesia,
y el amigo que viene a saludarnos:
«Feliz año, señores», y los criados que llegan
a recibir en nuestros brazos
el amor de la casa buena.



Y el beso familiar a medianoche:
«La bendición, mi madre»
«Que el Señor te proteja...»
Y después, en el claro comedor, la familia
congregada para la cena,
con dos amigos íntimos, y tú, madre, a mi lado,
y mi padre, algo triste, presidiendo la mesa.

¡Madre, cómo son ácidas
las uvas de la ausencia!


¡Mi casona oriental! Aquella casa
con claustros coloniales, portón y enredaderas,
el molino de viento y los granados,
los grandes libros de la biblioteca
—mis libros preferidos: tres tomos con imágenes
que hablaban de los reinos de la Naturaleza—.

Al lado, el gran corral, donde parece
que hay dinero enterrado desde la Independencia;
el corral con guayabos y almendros,
el corral con peonías y cerezas
y el gran parral que daba todo el año
uvas más dulces que la miel de las abejas.



Bajo el parral hay un estanque;
un baño en ese estanque sabe a Grecia;
del verde artesonado, las uvas en racimos,
tan bajas, que del agua se podría cogerlas,
y mientras en los labios se desangra la uva,
los pies hacen saltar el agua fresca.



Cuando llegaba la sazón tenía
cada racimo un capuchón de tela,
para salvarlo de la gula
de las avispas negras,
y tenían entonces
una gracia invernal las uvas nuestras,
arrebujadas en sus telas blancas,
sordas a la canción de las abejas...


Y ahora, madre, que tan sólo tengo
las doce uvas de la Noche Vieja,
hoy que exprimo las uvas de los meses
sobre el recuerdo de la viña seca,
siento que toda la acidez del mundo
se está metiendo en ella,
porque tienen el ácido de lo que fue dulzura
las uvas de la ausencia.



Y ahora me pregunto:
¿Por qué razón estoy yo aquí? ¿Qué fuerza pudo
más que tu amor, que me llevaba
a la dulce anonimia de tu puerta?
¡Oh miserable vara que nos mides!
¡El Renombre, la Gloria..., pobre cosa pequeña!
¡Cuando dejé mi casa para buscar la Gloria,
cómo olvidé la gloria que me dejaba en ella!


Y ésta es la lucha ante los hombres malos
y ante las almas buenas;
yo soy un hombre a solas en busca de un camino.

¿Dónde hallaré camino mejor que la vereda
que a ti me lleva, madre; la vereda que corta
por los campos frutales, pintada de hojas secas,
siempre recién llovida,
con pájaros del trópico, con muchachas de la aldea,
hombres que dicen: «Buenos días, niño»,
y el queso que me guardas siempre para merienda?
Esa es la Gloria, madre, para un hombre
que se llamó fray Luis y era poeta.



¡Oh mi casa sin cítricos, mi casa donde puede
mi poesía andar como una reina!
¿Qué sabes tú de formas y doctrinas,
de metros y de escuela?
Tú eres mi madre, que me dices siempre
que son hermosos todos mis poemas;
para ti, yo soy grande; cuando dices mis versos,
yo no sé si los dices o los rezas...
¡Y mientras exprimimos en las uvas del Tiempo
toda una vida absurda, la promesa
de vernos otra vez se va alargando,
y el momento de irnos está cerca,
y no pensamos que se pierde todo!
¡Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta
y en la última uva libo la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza,
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar en tus ojeras,
y manos pulcras, y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva;
que eres hermosa, madre, todavía,
y yo estoy loco por estar de vuelta,
porque tú eres la Gloria de mis años
y no quiero volver cuando estés vieja!...


Uvas del Tiempo que mi ser escancia
en el recuerdo de la viña seca,
¡cómo me pierdo, madre, en los caminos
hacia la devoción de tu vereda!
Y en esta algarabía de la ciudad borracha,
donde va mi emoción sin compañera,
mientras los hombres comen las uvas de los meses,
yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta.

Mi labio está bebiendo de tu seno,
que es el racimo de la parra buena,
el buen racimo que exprimí en el día
sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.



Madre, esta noche se nos muere un año;
todos estos señores tienen su madre cerca,
y al lado mío mi tristeza muda
tiene el dolor de una muchacha muerta...
Y vino toda la acidez del mundo
a destilar sus doce gotas trémulas,
cuando cayeron sobre mi silencio
las doce uvas de la Noche Vieja.


lunes, 14 de diciembre de 2009

Poesía a la Natividad de María

Canten hoy, pues nacéis vos, los ángeles, gran Señora, y ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios.

Canten hoy, pues a ver vienen
nacida su Reina bella,
que el fruto que esperan de ella
es por quien la gracia tienen.

Digan, Señora, de vos,
que habéis de ser su Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Pues de aquí a catorce años,
que en buena hora cumpláis,
verán el bien que nos dais,
remedio de tantos daños.

Canten y digan, por vos,
que desde hoy tienen Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Y nosotros, que esperamos
que llegue pronto Belén,
preparemos también,
el corazón y las manos.

Vete sembrando, Señora,
de paz nuestro corazón,
y ensayemos, desde ahora,
para cuando nazca Dios. Amén.


miércoles, 2 de diciembre de 2009

ROMANCE DEL NACIMIENTO


Ya que era llegado el tiempo


en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía,


abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,


entre unos animales
que a la sazón allí había,
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,


festejando el desposorio
que entre tales dos había,
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,


que eran joyas que la esposa
al desposorio traía,
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:


el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.


jueves, 26 de noviembre de 2009

ANOCHE, CUANDO DORMÍA


Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.

Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con sus amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.

Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente Sol lucía
dentro de mi corazón.

Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.


jueves, 19 de noviembre de 2009

RETO


Si porque a tus plantas ruedo
como un ilota rendido,

y una mirada te pido

con temor, casi con miedo;
si porque ante ti me quedo
estático de emoción,
sintiendo que el corazón
se va en mi pecho a romper,
piensas que siempre he de ser
esclavo de mi pasión,
¡te equivocas, te equivocas!...,
fresco y fragante capullo;
yo quebrantaré tu orgullo
como el minero las rocas.

Si a la lucha me provocas,
dispuesto estoy a luchar;
tú eres espuma, yo mar
que en sus cóleras confía;
me haces llorar; pero un día
yo también te haré llorar.

Y entonces, cuando rendida
me ofrezcas toda tu vida,
perdón pidiendo a mis pies
como mi cólera es
formidable en los excesos,
¿sabes tú lo que haré en esos
momentos de indignación?...
¡Arrancarte el corazón
para comérmelo a besos!

viernes, 13 de noviembre de 2009

HABRÁ POESÍA



    No digáis que agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira: Podrá no haber poetas; pero siempre,


           ¡Habrá poesía!


Mientras las ondas de la luz al beso
             Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
             De fuego y oro vista;
Mientras el aire en su regazo lleve
             Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,


             ¡Habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
             Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
             Que al cálculo resista;
Mientras la humanidad siempre avanzando
             No sepa a dó camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,


             ¡Habrá poesía!


Mientras sintamos que se alegra el alma
             Sin que los labios rían;
Mientras se llora sin que el llanto acuda
             A nublar la pupila;
Mientras el corazón y la cabeza
             Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,


             ¡Habrá poesía!



Mientras haya unos ojos que reflejen
             Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
             Al labio que suspira;
Mientras sentirse puedan en un beso
             dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,


             ¡Habrá poesía!

jueves, 5 de noviembre de 2009

CARTA SIN FECHA


Amigo:

Sé que existes, aunque ignoro tu nombre,
no lo he sabido nunca, ni lo quiero saber.


Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que es el único modo de hablar de una mujer.

Esa mujer es tuya, pero también es mía,
y es un pecado, es cierto, si es pecado el amor.
Pues el rosal marchito que ya no florecía
no se siente culpable si le brota una flor.

Ahora es de noche y llueve, yo te llamo mi amigo.
Yo que corte una rosa que era tuya, quizás. 
Y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no la despertarás.


No importa lo que sueña, déjala así, dormida,
yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,
y abrirá las ventanas en el atardecer.
Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.

Y pasarán los años favorables o adversos,
y se abrirán las rosas que crecen porque sí.
Y yo no sabré nunca si has leído estos versos
ni tu sabrás, tampoco, que los hice por ti.

miércoles, 28 de octubre de 2009

PIEDAD


No era ni amor lo que ella me tenía;era tal vez piedad, lástima era,
porque mi oculta pena comprendía
y ella se compadece de cualquiera.

Hoy que voy recobrando mi alegría,
animado quizás de una quimera,
se va tornando mucho menos mía,
como si ella ya no me quisiera.

Yo sí he formado de mi amor un culto,y en tanto aquí mi juventud sepulto
y la aureola del martirio ciño.

¡No me quites, Señor, mi sufrimiento,si es que habré de perder con mi tormento

la conmiseración de su cariño!

lunes, 26 de octubre de 2009

EL RETORNO A LA NATURA


Poblado de hermosas flores
de la natura el jardín,
del humano ser embellece
su paso por las existencias.

Natura fuente de vida que vibra
manantial fluídico de supremo amor,
al hombre ofrece albergue y en su taller
experimenta, preciados secretos desentraña;
pero no eran secretos.

El hombre mientras avanza rasga el velo
que libera su inteligencia.

La natura cual libro abierto se muestra al hombre,
el hombre imprudente se precipita,
y tal como dijera Carrel
un mundo artificial se creó.

No le rigen leyes naturales,
del hombre las necesidades no yacen satisfechas.

Allí el desconcierto
del hombre en el abismo del conocimiento;
agobiado en el mundo que se ha creado
no satisfecho marcha, no feliz vive,
pero en la fuente no busca
la causa del desconcierto.

Quizá sean los poetas
quienes del retorno a la natura iniciados,
saturados de la romántica poesía,
igual que filósofos y antiguos aedas,
en la natura de nuevo se inspirarán
en ese mensaje que del más allá
nos trae la poesía.

Es que sin pensarlo, todo implica retorno
al punto de evasión, ya experimentados,
después de todo, uno es el principio, uno es el fin,
en la natura está el principio
que es la vida,
en ella está ese fin
que no es la muerte.

Es la evolución.

miércoles, 21 de octubre de 2009

GALERÓN DE LA NEGRA JUANA MARÍA



La negra Juana María,
pimpollo de tentación,
señera como la palma,
caliente como el fogón,
camino de los cantares
se va por mi corazón.

Tallada la piel reluce,
oliendo a puro melón,
a soga sin estrenarse,
a mango medio pintón,
a palo recién floriao,
a lluvia sobre terrón,
a hierba que se remoza
y a vino de garrafón.

El ritmo viene con ella,
con ella va la canción,
los ojos relampagueando
ceniza, llama y carbón;
los mismos de caña dulce,
el cutis de papelón;
la lengua conversadora,
sonrisa como algodón,
y lunas del mismo río
los senos en eclosión,
alegres como perdices,
maracas del llano son,
saltando porque no llevan
sostenes con almidón…

Cintura de cuatro nuevo
sonando de son a son,
al pie del arpa sacude
la canta y el camisón;
anima el contrapunteo,
apura el trago de ron,
y todo el patio llanero
le suena bajo el talón,
igual a como se escucha
la pólvora en el cañon,
el látigo sobre el cuero,
el cedro en el ventarrón
y el dale-que-dale a pulso
la mano sobre el pilón.

La negra Juana María,
remanso y ensoñación,
dulcita como el guarapo,
tan agria como el limón,
va de joropo en joropo,
va de peón en peón;
chaparro cuando ventea,
pisar el caballo andón,
desprecia los amoríos,
no pide ni da razón;
y cuando pasa bailando,
ceñida en el galerón,
su risa y el zapateo
me dan en el corazón.

lunes, 19 de octubre de 2009

LA CASADA INFIEL


Y que yo me la llevè al rìo
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.

Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.

En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.

El almidón de su enagua
me sonaba en el oído
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.

Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.

Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo, el cinturón con revolver.

Ella, sus cuatro corpiños.

Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.

Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.

Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.

No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo
la luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.

Sucia de besos y arena,
yo me la llevé del río.

Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy:
Como un gitano legítimo.

Le regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.

domingo, 27 de diciembre de 2009

LAS UVAS DEL TIEMPO



Madre: esta noche se nos muere un año.

 En esta ciudad grande, todos están de fiesta; zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!; claro, como que todos tienen su madre cerca... ¡Yo estoy tan solo, madre, tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera; estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año pasado que se queda.


Si vieras, si escucharas este alboroto: hay hombres
vestidos de locura, con cacerolas viejas,
tambores de sartenes,
cencerros y cornetas;
el hálito canalla
de las mujers ebrias;
el diablo, con diez latas prendidas en el rabo,
anda por esas calles inventando piruetas,
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.



Esta es la noche en que todos se ponen
en los ojos la venda,
para olvidar que hay alguien que está cerrando un libro,
para no ver la periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
porque no lo sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una pérdida.


Aquí es de la tradición que en esta noche,
cuando el reloj anuncia que el Año Nuevo llega,
todos los hombres coman, al compás de las horas,
las doce uvas de la Noche Vieja.

Pero aquí no se abrazan ni gritan: ¡FELIZ AÑO!,
como en los pueblos de mi tierra;
en este gozo hay menos caridad; la alegría
de cada cual va sola, y la tristeza
del que está al margen del tumulto acusa
lo inevitable de la casa ajena.



¡Oh nuestras plazas, donde van las gentes,
sin conocerse, con la buena nueva!
Las manos que se buscan con la efusión unánime
de ser hormigas de la misma cueva;
y al hombre que está solo, bajo un árbol,
le dicen cosas de honda fortaleza:
«¡Venid compadre, que las horas pasan;
pero aprendamos a pasar con ellas!»
Y el cañonazo en la Planicie,
y el himno nacional desde la iglesia,
y el amigo que viene a saludarnos:
«Feliz año, señores», y los criados que llegan
a recibir en nuestros brazos
el amor de la casa buena.



Y el beso familiar a medianoche:
«La bendición, mi madre»
«Que el Señor te proteja...»
Y después, en el claro comedor, la familia
congregada para la cena,
con dos amigos íntimos, y tú, madre, a mi lado,
y mi padre, algo triste, presidiendo la mesa.

¡Madre, cómo son ácidas
las uvas de la ausencia!


¡Mi casona oriental! Aquella casa
con claustros coloniales, portón y enredaderas,
el molino de viento y los granados,
los grandes libros de la biblioteca
—mis libros preferidos: tres tomos con imágenes
que hablaban de los reinos de la Naturaleza—.

Al lado, el gran corral, donde parece
que hay dinero enterrado desde la Independencia;
el corral con guayabos y almendros,
el corral con peonías y cerezas
y el gran parral que daba todo el año
uvas más dulces que la miel de las abejas.



Bajo el parral hay un estanque;
un baño en ese estanque sabe a Grecia;
del verde artesonado, las uvas en racimos,
tan bajas, que del agua se podría cogerlas,
y mientras en los labios se desangra la uva,
los pies hacen saltar el agua fresca.



Cuando llegaba la sazón tenía
cada racimo un capuchón de tela,
para salvarlo de la gula
de las avispas negras,
y tenían entonces
una gracia invernal las uvas nuestras,
arrebujadas en sus telas blancas,
sordas a la canción de las abejas...


Y ahora, madre, que tan sólo tengo
las doce uvas de la Noche Vieja,
hoy que exprimo las uvas de los meses
sobre el recuerdo de la viña seca,
siento que toda la acidez del mundo
se está metiendo en ella,
porque tienen el ácido de lo que fue dulzura
las uvas de la ausencia.



Y ahora me pregunto:
¿Por qué razón estoy yo aquí? ¿Qué fuerza pudo
más que tu amor, que me llevaba
a la dulce anonimia de tu puerta?
¡Oh miserable vara que nos mides!
¡El Renombre, la Gloria..., pobre cosa pequeña!
¡Cuando dejé mi casa para buscar la Gloria,
cómo olvidé la gloria que me dejaba en ella!


Y ésta es la lucha ante los hombres malos
y ante las almas buenas;
yo soy un hombre a solas en busca de un camino.

¿Dónde hallaré camino mejor que la vereda
que a ti me lleva, madre; la vereda que corta
por los campos frutales, pintada de hojas secas,
siempre recién llovida,
con pájaros del trópico, con muchachas de la aldea,
hombres que dicen: «Buenos días, niño»,
y el queso que me guardas siempre para merienda?
Esa es la Gloria, madre, para un hombre
que se llamó fray Luis y era poeta.



¡Oh mi casa sin cítricos, mi casa donde puede
mi poesía andar como una reina!
¿Qué sabes tú de formas y doctrinas,
de metros y de escuela?
Tú eres mi madre, que me dices siempre
que son hermosos todos mis poemas;
para ti, yo soy grande; cuando dices mis versos,
yo no sé si los dices o los rezas...
¡Y mientras exprimimos en las uvas del Tiempo
toda una vida absurda, la promesa
de vernos otra vez se va alargando,
y el momento de irnos está cerca,
y no pensamos que se pierde todo!
¡Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta
y en la última uva libo la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza,
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar en tus ojeras,
y manos pulcras, y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva;
que eres hermosa, madre, todavía,
y yo estoy loco por estar de vuelta,
porque tú eres la Gloria de mis años
y no quiero volver cuando estés vieja!...


Uvas del Tiempo que mi ser escancia
en el recuerdo de la viña seca,
¡cómo me pierdo, madre, en los caminos
hacia la devoción de tu vereda!
Y en esta algarabía de la ciudad borracha,
donde va mi emoción sin compañera,
mientras los hombres comen las uvas de los meses,
yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta.

Mi labio está bebiendo de tu seno,
que es el racimo de la parra buena,
el buen racimo que exprimí en el día
sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.



Madre, esta noche se nos muere un año;
todos estos señores tienen su madre cerca,
y al lado mío mi tristeza muda
tiene el dolor de una muchacha muerta...
Y vino toda la acidez del mundo
a destilar sus doce gotas trémulas,
cuando cayeron sobre mi silencio
las doce uvas de la Noche Vieja.


lunes, 14 de diciembre de 2009

Poesía a la Natividad de María

Canten hoy, pues nacéis vos, los ángeles, gran Señora, y ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios.

Canten hoy, pues a ver vienen
nacida su Reina bella,
que el fruto que esperan de ella
es por quien la gracia tienen.

Digan, Señora, de vos,
que habéis de ser su Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Pues de aquí a catorce años,
que en buena hora cumpláis,
verán el bien que nos dais,
remedio de tantos daños.

Canten y digan, por vos,
que desde hoy tienen Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Y nosotros, que esperamos
que llegue pronto Belén,
preparemos también,
el corazón y las manos.

Vete sembrando, Señora,
de paz nuestro corazón,
y ensayemos, desde ahora,
para cuando nazca Dios. Amén.


miércoles, 2 de diciembre de 2009

ROMANCE DEL NACIMIENTO


Ya que era llegado el tiempo


en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía,


abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en su pesebre ponía,


entre unos animales
que a la sazón allí había,
los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,


festejando el desposorio
que entre tales dos había,
pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,


que eran joyas que la esposa
al desposorio traía,
y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:


el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.


jueves, 26 de noviembre de 2009

ANOCHE, CUANDO DORMÍA


Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.

Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con sus amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.

Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente Sol lucía
dentro de mi corazón.

Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.


jueves, 19 de noviembre de 2009

RETO


Si porque a tus plantas ruedo
como un ilota rendido,

y una mirada te pido

con temor, casi con miedo;
si porque ante ti me quedo
estático de emoción,
sintiendo que el corazón
se va en mi pecho a romper,
piensas que siempre he de ser
esclavo de mi pasión,
¡te equivocas, te equivocas!...,
fresco y fragante capullo;
yo quebrantaré tu orgullo
como el minero las rocas.

Si a la lucha me provocas,
dispuesto estoy a luchar;
tú eres espuma, yo mar
que en sus cóleras confía;
me haces llorar; pero un día
yo también te haré llorar.

Y entonces, cuando rendida
me ofrezcas toda tu vida,
perdón pidiendo a mis pies
como mi cólera es
formidable en los excesos,
¿sabes tú lo que haré en esos
momentos de indignación?...
¡Arrancarte el corazón
para comérmelo a besos!

viernes, 13 de noviembre de 2009

HABRÁ POESÍA



    No digáis que agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira: Podrá no haber poetas; pero siempre,


           ¡Habrá poesía!


Mientras las ondas de la luz al beso
             Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
             De fuego y oro vista;
Mientras el aire en su regazo lleve
             Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,


             ¡Habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
             Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
             Que al cálculo resista;
Mientras la humanidad siempre avanzando
             No sepa a dó camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,


             ¡Habrá poesía!


Mientras sintamos que se alegra el alma
             Sin que los labios rían;
Mientras se llora sin que el llanto acuda
             A nublar la pupila;
Mientras el corazón y la cabeza
             Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,


             ¡Habrá poesía!



Mientras haya unos ojos que reflejen
             Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
             Al labio que suspira;
Mientras sentirse puedan en un beso
             dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,


             ¡Habrá poesía!

jueves, 5 de noviembre de 2009

CARTA SIN FECHA


Amigo:

Sé que existes, aunque ignoro tu nombre,
no lo he sabido nunca, ni lo quiero saber.


Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,
que es el único modo de hablar de una mujer.

Esa mujer es tuya, pero también es mía,
y es un pecado, es cierto, si es pecado el amor.
Pues el rosal marchito que ya no florecía
no se siente culpable si le brota una flor.

Ahora es de noche y llueve, yo te llamo mi amigo.
Yo que corte una rosa que era tuya, quizás. 
Y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;
y tú, que no lo sabes, no la despertarás.


No importa lo que sueña, déjala así, dormida,
yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,
y abrirá las ventanas en el atardecer.
Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.

Y pasarán los años favorables o adversos,
y se abrirán las rosas que crecen porque sí.
Y yo no sabré nunca si has leído estos versos
ni tu sabrás, tampoco, que los hice por ti.

miércoles, 28 de octubre de 2009

PIEDAD


No era ni amor lo que ella me tenía;era tal vez piedad, lástima era,
porque mi oculta pena comprendía
y ella se compadece de cualquiera.

Hoy que voy recobrando mi alegría,
animado quizás de una quimera,
se va tornando mucho menos mía,
como si ella ya no me quisiera.

Yo sí he formado de mi amor un culto,y en tanto aquí mi juventud sepulto
y la aureola del martirio ciño.

¡No me quites, Señor, mi sufrimiento,si es que habré de perder con mi tormento

la conmiseración de su cariño!

lunes, 26 de octubre de 2009

EL RETORNO A LA NATURA


Poblado de hermosas flores
de la natura el jardín,
del humano ser embellece
su paso por las existencias.

Natura fuente de vida que vibra
manantial fluídico de supremo amor,
al hombre ofrece albergue y en su taller
experimenta, preciados secretos desentraña;
pero no eran secretos.

El hombre mientras avanza rasga el velo
que libera su inteligencia.

La natura cual libro abierto se muestra al hombre,
el hombre imprudente se precipita,
y tal como dijera Carrel
un mundo artificial se creó.

No le rigen leyes naturales,
del hombre las necesidades no yacen satisfechas.

Allí el desconcierto
del hombre en el abismo del conocimiento;
agobiado en el mundo que se ha creado
no satisfecho marcha, no feliz vive,
pero en la fuente no busca
la causa del desconcierto.

Quizá sean los poetas
quienes del retorno a la natura iniciados,
saturados de la romántica poesía,
igual que filósofos y antiguos aedas,
en la natura de nuevo se inspirarán
en ese mensaje que del más allá
nos trae la poesía.

Es que sin pensarlo, todo implica retorno
al punto de evasión, ya experimentados,
después de todo, uno es el principio, uno es el fin,
en la natura está el principio
que es la vida,
en ella está ese fin
que no es la muerte.

Es la evolución.

miércoles, 21 de octubre de 2009

GALERÓN DE LA NEGRA JUANA MARÍA



La negra Juana María,
pimpollo de tentación,
señera como la palma,
caliente como el fogón,
camino de los cantares
se va por mi corazón.

Tallada la piel reluce,
oliendo a puro melón,
a soga sin estrenarse,
a mango medio pintón,
a palo recién floriao,
a lluvia sobre terrón,
a hierba que se remoza
y a vino de garrafón.

El ritmo viene con ella,
con ella va la canción,
los ojos relampagueando
ceniza, llama y carbón;
los mismos de caña dulce,
el cutis de papelón;
la lengua conversadora,
sonrisa como algodón,
y lunas del mismo río
los senos en eclosión,
alegres como perdices,
maracas del llano son,
saltando porque no llevan
sostenes con almidón…

Cintura de cuatro nuevo
sonando de son a son,
al pie del arpa sacude
la canta y el camisón;
anima el contrapunteo,
apura el trago de ron,
y todo el patio llanero
le suena bajo el talón,
igual a como se escucha
la pólvora en el cañon,
el látigo sobre el cuero,
el cedro en el ventarrón
y el dale-que-dale a pulso
la mano sobre el pilón.

La negra Juana María,
remanso y ensoñación,
dulcita como el guarapo,
tan agria como el limón,
va de joropo en joropo,
va de peón en peón;
chaparro cuando ventea,
pisar el caballo andón,
desprecia los amoríos,
no pide ni da razón;
y cuando pasa bailando,
ceñida en el galerón,
su risa y el zapateo
me dan en el corazón.

lunes, 19 de octubre de 2009

LA CASADA INFIEL


Y que yo me la llevè al rìo
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.

Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.

En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.

El almidón de su enagua
me sonaba en el oído
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.

Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.

Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo, el cinturón con revolver.

Ella, sus cuatro corpiños.

Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.

Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.

Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.

No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo
la luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.

Sucia de besos y arena,
yo me la llevé del río.

Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy:
Como un gitano legítimo.

Le regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.

Recent Comments

Recent Posts

Copyright Text