POESÍA INOLVIDABLE

POESÍA INOLVIDABLE

viernes, 30 de abril de 2010

TOÍTO TE LO CONSIENTO



¿Te acuerdas de aquella copla

que escuchamos aquel día,

sin saber quién la cantaba

ni de qué rincón salía?...

¡Qué encanto! ¿Verdad?
¡Qué duende, qué sentimiento,
pero qué estilo, qué voz!
Creo que se nos saltaron
las lágrimas a los dos.

"Toíto te lo consiento,

menos faltarle a mi mare,

que una mare no se encuentra

y a tí te encontré en la calle".
No vayas a figurarte

que esto va con intención;

tú sabes que por tí tengo

grabao en el corazón
el querer más puro y firme
que ningún hombre sintiera
por la que Dios, uno y trino,
le entregó por compañera.

Pero es bonita la copla
y entra bien por soleares:
"Toíto te lo consiento
menos faltarle a mi mare".

Y me enterao casualmente
de que le faltaste ayer,
Y nadie me lo ha contao;
nadie, pero yo lo sé.

Que tengo entre dos amores
mi cariño repartío,
si encuentro el uno llorando
es que el otro lo ha ofendío;
y, mira, nunca me quejo
de tus caprichos constantes:
¿Quieres un vestío?...catorce.
¿Quieres un reloj?... de brillantes.
Ni me importa que la gente
venga de mí murmurando
que si soy pa tí un muñeco
que si me has quitao el mando...


Que en la diestra y la siniestra

tienes un par de agujeros,

por donde se va a los mares

el río de mi dinero.

Que yo con tal de que nunca...
de mi lao te separes...
"Toíto te lo consiento
menos faltarle a mi mare".
Porque ese mimbre de luto
que no levanta la voz,
que en seis años no ha tenío
contigo ni un sí ni un no,
que anda como pavesa,
que no gime ni suspira,
que se le llenan los ojos
de gloria cuando nos mira.

Que me crió con su sangre,
y me guiaba la mano
para que me persignara
como tó fiel cristiano;
y en las candelas del hijo
consumió su juventud
cuando era...cuarenta veces
mucho más guapa que tú;
tienes que hacerte la cuenta
que la has visto en los altares
e incártele de rodillas
antes que hablarle a mi mare.


Porque el amor que te tengo

se lo debes a su amor.

Que yo me casé contigo

porque ella me lo mandó.

Conque a ver si tu conciencia,
se aprende esta copla mía,
muy semejante a aquel cante
que escucháramos un día,
sin saber quién lo cantaba
ni de qué rincón salía.

"A la mare de mi alma
la quiero desde la cuna.

Por Dios, no me la avasalles;
que mare no hay más que una
y a tí te encontré en la calle".

sábado, 24 de abril de 2010

EL CAJÓN DE LAS ÁNIMAS


De recia madera antigua,
negro como la desgracia,
escueto como la muerte,
siniestro como las ánimas!
¡cajón de enterrar los pobres
que pasaban por mi casa,
sobre cuatro hombres borrachos,
de chaleco y alpargatas,
cuando la tarde encendía
los cirios de sus campanas!
Enfilaban calle arriba
con seco ritmo de marcha.
¡Chas! ¡Chas! -sudando aguardiente,
la muerte se apresuraba-;
pero al llegar a la esquina
de la calle Glorias Patrias
-esa esquina y esa calle
que en nuestros pueblos no faltan-,
marchando en un solo sitio
y mirándose las caras,
daban la vuelta los hombres,
la vuelta reglamentaria.
Póstumo honor, fraternal
cortesía proletaria
de negro ceremonioso
que sabe entrar a una sala.
¡Después..., que fueran a prisa
y en el hoyo lo tiraran
sin mecates ni oraciones
y sin dobles de campanas!
Pero ¡que la gente sepa
como el negro Juan de Mata
sabe enterrar a los pobres
en el cajón de las ánimas!.

todas las tardes del mundo
desfilaban por mi casa.
Mis diez años asustados,
al atisbo en la ventana.

¡Negro de los "Morichales",
músico de arpa y maracas,
caletero de franela,
pescador de "La zapoara"!
Eras tú quien iba dentro,
en el cajón de las ánimas,
rígido el músculo recio,
quietas las manos, callada
la boca de las canciones...
¡Eras tú! Yo lo ignoraba.
¡Y como me duele ahora
la crueldad de mi ignorancia!
¡No haber salido a la calle
y, echando el miedo a la espalda,
haberle metido el hombro
a aquel cajón de las ánimas
y haber marcado la vuelta
hacia la plaza Miranda,
entre el indio Cruz Ramón
y el negrito Juan de Mata!

Y llegar al cementerio
con la ropa bien sudada,
sembrar una cruz de palo,
en la tierra colorada,
y a la hora de la cena,
al regresar a mi casa,
referirlo en plena mesa
como quien cuenta una hazaña.

Pero ¡te marchaste solo,
pescador de la "Zapoara",
caletero peleador,
músico de arpa y maracas,
negrito morichalero
de la bandola encintada,
que cantaste en mi bautizo
coplas de mi tierra brava!

Y porque solo te fuiste,
hoy le pone mi garganta
letra a aquel joropo tuyo,
aquel que ya nadie baila:
¡Chas! ¡Chas!..., que pasa la muerte
calladita y sin mortaja,
la muerte de los humildes,
en el cajón de las ánimas!

viernes, 23 de abril de 2010

ADÚLTERA



Tienes como Luzbel, formas tan bellas
el hombre olvida al verte, enamorado,
que son tus ojos negros dos estrellas
veladas por la sombra del pecado.

Y no turbas, hipócrita el reposo
el Pobre hogar con que tu falta escudas,
porque a besar te atreves al esposo,
como besara a Jesucristo Judas.

¡Aún sus flores te da la primavera
y ya tienes el alma envilecida!...
Ya llegarás a ver, aunque no quieras,
el horizonte oscuro de tu vida.

Desdeñas los sagrados embelesos
del casto hogar de la mujer honrada;
y audaz ostentas el vender tus besos
las llamas del infierno en tu mirada.

Manchas el suelo que tu planta pisa
y manchas lo que tocas con la mano;
te dio Lucrecia Borgia su sonrisa
y Mesalina su perfil romano.

Brota el deleite de tus labios rojos;
se aparta la virtud de tu presencia;
porque más negras, más negra que tus ojos,
tienes, mujer, el alma y la conciencia.

Rosas de abril parecen tus mejillas;
mármol de Paros, tu ondulante seno;
más... ¡ay!, que tan excelsas maravillas
son del barro nomás del cieno.

Reina del mal: tú tienes por diadema
la infamia, que con nada se redime;
el pudor es un ascua que te quema,
el deber es un yugo que te oprime.

Tienen las gracias con que al mundo halagas
precio vil en mercancías repugnantes,
y te envaneces de cubrir tus llagas
con seda recamada de brillantes.

En este siglo en que el honor campea
no te ha de perdonar ni el vulgo necio;
hieren más que las piedras de Judea
los dardos de la burla y el desprecio.

Mañana, enferma, pobre, abandonada,
de la mundana compasión proscrita,
el honor, cuando mueras humillada,
sobre tu fosa escribirá... «¡Maldita!...»

jueves, 22 de abril de 2010

TU ME GUSTAS TOTAL, ENTERA Y TODA



Tú me gustas total, entera y toda,
no por el fuego de tu pelo húmedo,
ni por tus senos de canela tibia,
ni el pecado del ritmo de tu cadera.

Tú me gustas total, entera y toda,
no por tu boca tan intacta al beso,
ni por las llamaradas de tu carne
que se te está calcinando entre las venas.

Tú me gustas total, entera y toda,
no porque eres mía y no me perteneces,
ni porque la envidia de los demás la siento
como si se tratase de propia envidia.

Tú me gustas total, entera y toda,
no porque me la pase junto a ti
bebiéndome tu aliento, ni rumiando
los pedazos de amor que tú me tiras.

Tú me gustas total, entera y toda,
por ese olor a carne que tú tienes;
olor de carne de mujer que es tuyo,
porque nadie más huele así en la tierra.

Tú me gustas total entera y toda,
porque ese olor es tuyo y lo encontré para mí.

viernes, 2 de abril de 2010

LA BAJADA DEL CALVARIO



Por los caminos de la Amargura
(piedras de sangre, polvo de llanto)
por el sendero de los
dolores largos, muy largos...,
sin un gemido, sin un sollozo
vuelve la Madre desde el Calvario.
Toda silencio. Mortal silencio
sella sus labios;
la frente inclina con el agobio
de su quebranto,
y en lo más hondo del alma-cielo
lleva la imagen del Hijo amado.

Y ella lo ha visto sufrir la befa
del populacho...
y era la carne de sus entrañas
la que en el leño miró sangrando...
Y así le duelen en las entrañas
los martillazos...
Y así agoniza... Que su Hijo ha muerto
crucificado.

La Madre avanza por el camino
(piedras de sangre, polvo de llanto),
y temblorosa baja el sendero
por Jesucristo santificado...
Y entre las huellas busca la huella
de aquellos pasos
que abrieron surcos de luz divina
mientras el Mártir, agonizando
se desplomaba bajo el madero
y con la angustia del fin cercano,
llora la Madre cuando desciende
desde el Calvario...
Para su pena no existe olvido,
tregua ni bálsamo...
Y si remembra la dulce infancia
del Adorado,
y si memora su hogar dichoso,
y si recuerda los tiernos brazos
que de su cuello fueron caricia...
tiembla en congoja de fiero espanto.

Porque su Niño, siendo inocente,
sufrió el castigo de los malvados;
porque está rota su santa vida;
porque sus brazos
ya no se mueven, ya no bendicen,
y ya no siembran sin un descanso
el pan sublime de las verdades
que lo divino puso en lo humano.

Sin un sollozo, sin un gemido,
baja la Madre desde el Calvario...
En lo más puro de sus entrañas,
la cruz del Mártir se le ha clavado;
y en lo más hondo de sus pupilas
y en su recuerdo lleva sangrado
la cruz del Hijo,
del bien amado,
que de la vida pasó a la muerte
con la sonrisa siempre en los labios.

Y cuando baja la Dolorosa
(mustia azucena, lirio tronchado),
cuando vacila por el sendero
largo, muy largo...,
pobres mujeres la compadecen,
santas mujeres siguen sus pasos,
y alguien murmura:
-Ved a la Madre
del suplicado;
esa es la Madre del Nazareno,
que hoy ha sufrido muerte y escarnio.
Siempre en silencio llora la Madre,
y hay en su llanto
misericordia por los que sufren,
por los que viven siempre llorando,
por cuantas madres haya en el mundo
que a un hijo miren sacrificado
sobre la cumbre de su Calvario...
¡Y por la Madre del Nazareno
qué pocas madres derraman llanto!
Sin un sollozo, sin un gemido,
mustia la frente, mudos los labios,
como una imagen de eterna angustia
vuelve la Madre desde el Calvario.

viernes, 30 de abril de 2010

TOÍTO TE LO CONSIENTO



¿Te acuerdas de aquella copla

que escuchamos aquel día,

sin saber quién la cantaba

ni de qué rincón salía?...

¡Qué encanto! ¿Verdad?
¡Qué duende, qué sentimiento,
pero qué estilo, qué voz!
Creo que se nos saltaron
las lágrimas a los dos.

"Toíto te lo consiento,

menos faltarle a mi mare,

que una mare no se encuentra

y a tí te encontré en la calle".
No vayas a figurarte

que esto va con intención;

tú sabes que por tí tengo

grabao en el corazón
el querer más puro y firme
que ningún hombre sintiera
por la que Dios, uno y trino,
le entregó por compañera.

Pero es bonita la copla
y entra bien por soleares:
"Toíto te lo consiento
menos faltarle a mi mare".

Y me enterao casualmente
de que le faltaste ayer,
Y nadie me lo ha contao;
nadie, pero yo lo sé.

Que tengo entre dos amores
mi cariño repartío,
si encuentro el uno llorando
es que el otro lo ha ofendío;
y, mira, nunca me quejo
de tus caprichos constantes:
¿Quieres un vestío?...catorce.
¿Quieres un reloj?... de brillantes.
Ni me importa que la gente
venga de mí murmurando
que si soy pa tí un muñeco
que si me has quitao el mando...


Que en la diestra y la siniestra

tienes un par de agujeros,

por donde se va a los mares

el río de mi dinero.

Que yo con tal de que nunca...
de mi lao te separes...
"Toíto te lo consiento
menos faltarle a mi mare".
Porque ese mimbre de luto
que no levanta la voz,
que en seis años no ha tenío
contigo ni un sí ni un no,
que anda como pavesa,
que no gime ni suspira,
que se le llenan los ojos
de gloria cuando nos mira.

Que me crió con su sangre,
y me guiaba la mano
para que me persignara
como tó fiel cristiano;
y en las candelas del hijo
consumió su juventud
cuando era...cuarenta veces
mucho más guapa que tú;
tienes que hacerte la cuenta
que la has visto en los altares
e incártele de rodillas
antes que hablarle a mi mare.


Porque el amor que te tengo

se lo debes a su amor.

Que yo me casé contigo

porque ella me lo mandó.

Conque a ver si tu conciencia,
se aprende esta copla mía,
muy semejante a aquel cante
que escucháramos un día,
sin saber quién lo cantaba
ni de qué rincón salía.

"A la mare de mi alma
la quiero desde la cuna.

Por Dios, no me la avasalles;
que mare no hay más que una
y a tí te encontré en la calle".

sábado, 24 de abril de 2010

EL CAJÓN DE LAS ÁNIMAS


De recia madera antigua,
negro como la desgracia,
escueto como la muerte,
siniestro como las ánimas!
¡cajón de enterrar los pobres
que pasaban por mi casa,
sobre cuatro hombres borrachos,
de chaleco y alpargatas,
cuando la tarde encendía
los cirios de sus campanas!
Enfilaban calle arriba
con seco ritmo de marcha.
¡Chas! ¡Chas! -sudando aguardiente,
la muerte se apresuraba-;
pero al llegar a la esquina
de la calle Glorias Patrias
-esa esquina y esa calle
que en nuestros pueblos no faltan-,
marchando en un solo sitio
y mirándose las caras,
daban la vuelta los hombres,
la vuelta reglamentaria.
Póstumo honor, fraternal
cortesía proletaria
de negro ceremonioso
que sabe entrar a una sala.
¡Después..., que fueran a prisa
y en el hoyo lo tiraran
sin mecates ni oraciones
y sin dobles de campanas!
Pero ¡que la gente sepa
como el negro Juan de Mata
sabe enterrar a los pobres
en el cajón de las ánimas!.

todas las tardes del mundo
desfilaban por mi casa.
Mis diez años asustados,
al atisbo en la ventana.

¡Negro de los "Morichales",
músico de arpa y maracas,
caletero de franela,
pescador de "La zapoara"!
Eras tú quien iba dentro,
en el cajón de las ánimas,
rígido el músculo recio,
quietas las manos, callada
la boca de las canciones...
¡Eras tú! Yo lo ignoraba.
¡Y como me duele ahora
la crueldad de mi ignorancia!
¡No haber salido a la calle
y, echando el miedo a la espalda,
haberle metido el hombro
a aquel cajón de las ánimas
y haber marcado la vuelta
hacia la plaza Miranda,
entre el indio Cruz Ramón
y el negrito Juan de Mata!

Y llegar al cementerio
con la ropa bien sudada,
sembrar una cruz de palo,
en la tierra colorada,
y a la hora de la cena,
al regresar a mi casa,
referirlo en plena mesa
como quien cuenta una hazaña.

Pero ¡te marchaste solo,
pescador de la "Zapoara",
caletero peleador,
músico de arpa y maracas,
negrito morichalero
de la bandola encintada,
que cantaste en mi bautizo
coplas de mi tierra brava!

Y porque solo te fuiste,
hoy le pone mi garganta
letra a aquel joropo tuyo,
aquel que ya nadie baila:
¡Chas! ¡Chas!..., que pasa la muerte
calladita y sin mortaja,
la muerte de los humildes,
en el cajón de las ánimas!

viernes, 23 de abril de 2010

ADÚLTERA



Tienes como Luzbel, formas tan bellas
el hombre olvida al verte, enamorado,
que son tus ojos negros dos estrellas
veladas por la sombra del pecado.

Y no turbas, hipócrita el reposo
el Pobre hogar con que tu falta escudas,
porque a besar te atreves al esposo,
como besara a Jesucristo Judas.

¡Aún sus flores te da la primavera
y ya tienes el alma envilecida!...
Ya llegarás a ver, aunque no quieras,
el horizonte oscuro de tu vida.

Desdeñas los sagrados embelesos
del casto hogar de la mujer honrada;
y audaz ostentas el vender tus besos
las llamas del infierno en tu mirada.

Manchas el suelo que tu planta pisa
y manchas lo que tocas con la mano;
te dio Lucrecia Borgia su sonrisa
y Mesalina su perfil romano.

Brota el deleite de tus labios rojos;
se aparta la virtud de tu presencia;
porque más negras, más negra que tus ojos,
tienes, mujer, el alma y la conciencia.

Rosas de abril parecen tus mejillas;
mármol de Paros, tu ondulante seno;
más... ¡ay!, que tan excelsas maravillas
son del barro nomás del cieno.

Reina del mal: tú tienes por diadema
la infamia, que con nada se redime;
el pudor es un ascua que te quema,
el deber es un yugo que te oprime.

Tienen las gracias con que al mundo halagas
precio vil en mercancías repugnantes,
y te envaneces de cubrir tus llagas
con seda recamada de brillantes.

En este siglo en que el honor campea
no te ha de perdonar ni el vulgo necio;
hieren más que las piedras de Judea
los dardos de la burla y el desprecio.

Mañana, enferma, pobre, abandonada,
de la mundana compasión proscrita,
el honor, cuando mueras humillada,
sobre tu fosa escribirá... «¡Maldita!...»

jueves, 22 de abril de 2010

TU ME GUSTAS TOTAL, ENTERA Y TODA



Tú me gustas total, entera y toda,
no por el fuego de tu pelo húmedo,
ni por tus senos de canela tibia,
ni el pecado del ritmo de tu cadera.

Tú me gustas total, entera y toda,
no por tu boca tan intacta al beso,
ni por las llamaradas de tu carne
que se te está calcinando entre las venas.

Tú me gustas total, entera y toda,
no porque eres mía y no me perteneces,
ni porque la envidia de los demás la siento
como si se tratase de propia envidia.

Tú me gustas total, entera y toda,
no porque me la pase junto a ti
bebiéndome tu aliento, ni rumiando
los pedazos de amor que tú me tiras.

Tú me gustas total, entera y toda,
por ese olor a carne que tú tienes;
olor de carne de mujer que es tuyo,
porque nadie más huele así en la tierra.

Tú me gustas total entera y toda,
porque ese olor es tuyo y lo encontré para mí.

viernes, 2 de abril de 2010

LA BAJADA DEL CALVARIO



Por los caminos de la Amargura
(piedras de sangre, polvo de llanto)
por el sendero de los
dolores largos, muy largos...,
sin un gemido, sin un sollozo
vuelve la Madre desde el Calvario.
Toda silencio. Mortal silencio
sella sus labios;
la frente inclina con el agobio
de su quebranto,
y en lo más hondo del alma-cielo
lleva la imagen del Hijo amado.

Y ella lo ha visto sufrir la befa
del populacho...
y era la carne de sus entrañas
la que en el leño miró sangrando...
Y así le duelen en las entrañas
los martillazos...
Y así agoniza... Que su Hijo ha muerto
crucificado.

La Madre avanza por el camino
(piedras de sangre, polvo de llanto),
y temblorosa baja el sendero
por Jesucristo santificado...
Y entre las huellas busca la huella
de aquellos pasos
que abrieron surcos de luz divina
mientras el Mártir, agonizando
se desplomaba bajo el madero
y con la angustia del fin cercano,
llora la Madre cuando desciende
desde el Calvario...
Para su pena no existe olvido,
tregua ni bálsamo...
Y si remembra la dulce infancia
del Adorado,
y si memora su hogar dichoso,
y si recuerda los tiernos brazos
que de su cuello fueron caricia...
tiembla en congoja de fiero espanto.

Porque su Niño, siendo inocente,
sufrió el castigo de los malvados;
porque está rota su santa vida;
porque sus brazos
ya no se mueven, ya no bendicen,
y ya no siembran sin un descanso
el pan sublime de las verdades
que lo divino puso en lo humano.

Sin un sollozo, sin un gemido,
baja la Madre desde el Calvario...
En lo más puro de sus entrañas,
la cruz del Mártir se le ha clavado;
y en lo más hondo de sus pupilas
y en su recuerdo lleva sangrado
la cruz del Hijo,
del bien amado,
que de la vida pasó a la muerte
con la sonrisa siempre en los labios.

Y cuando baja la Dolorosa
(mustia azucena, lirio tronchado),
cuando vacila por el sendero
largo, muy largo...,
pobres mujeres la compadecen,
santas mujeres siguen sus pasos,
y alguien murmura:
-Ved a la Madre
del suplicado;
esa es la Madre del Nazareno,
que hoy ha sufrido muerte y escarnio.
Siempre en silencio llora la Madre,
y hay en su llanto
misericordia por los que sufren,
por los que viven siempre llorando,
por cuantas madres haya en el mundo
que a un hijo miren sacrificado
sobre la cumbre de su Calvario...
¡Y por la Madre del Nazareno
qué pocas madres derraman llanto!
Sin un sollozo, sin un gemido,
mustia la frente, mudos los labios,
como una imagen de eterna angustia
vuelve la Madre desde el Calvario.

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