POESÍA INOLVIDABLE

POESÍA INOLVIDABLE

viernes, 31 de diciembre de 2010

LAS UVAS DEL TIEMPO


Madre: esta noche se nos muere un año. En esta ciudad grande, todos están de fiesta; zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!; claro, como que todos tienen su madre cerca... ¡Yo estoy tan solo, madre, tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera; estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año pasado que se queda.

Si vieras, si escucharas este alboroto: hay hombres vestidos de locura, con cacerolas viejas,tambores de sartenes,

cencerros y cornetas;
el hálito canalla
de las mujers ebrias;
el diablo, con diez latas prendidas en el rabo
anda por esas calles inventando piruetas,
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.


Esta es la noche en que todos se ponen

en los ojos la venda,

para olvidar que hay alguien que está cerrando un libro,

para no ver la periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
porque no lo sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una pérdida.
Aquí es de la tradición que en esta noche,

cuando el reloj anuncia que el Año Nuevo llega,

todos los hombres coman, al compás de las horas,

las doce uvas de la Noche Vieja.

Pero aquí no se abrazan ni gritan: ¡FELIZ AÑO!,
como en los pueblos de mi tierra;
en este gozo hay menos caridad; la alegría
de cada cual va sola, y la tristeza
del que está al margen del tumulto acusa
lo inevitable de la casa ajena.


¡Oh nuestras plazas, donde van las gentes,

sin conocerse, con la buena nueva!

Las manos que se buscan con la efusión unánime

de ser hormigas de la misma cueva;
y al hombre que está solo, bajo un árbol,
le dicen cosas de honda fortaleza:
«¡Venid compadre, que las horas pasan;
pero aprendamos a pasar con ellas!»
Y el cañonazo en la Planicie,
y el himno nacional desde la iglesia,
y el amigo que viene a saludarnos:
«Feliz año, señores», y los criados que llegan
a recibir en nuestros brazos
el amor de la casa buena.


Y el beso familiar a medianoche:

«La bendición, mi madre»

«Que el Señor te proteja...»

Y después, en el claro comedor, la familia
congregada para la cena,
con dos amigos íntimos, y tú, madre, a mi lado,
y mi padre, algo triste, presidiendo la mesa.

¡Madre, cómo son ácidas
las uvas de la ausencia!

¡Mi casona oriental! Aquella casa

con claustros coloniales, portón y enredaderas,

el molino de viento y los granados,

los grandes libros de la biblioteca
—mis libros preferidos: tres tomos con imágenes
que hablaban de los reinos de la Naturaleza—.

Al lado, el gran corral, donde parece
que hay dinero enterrado desde la Independencia;
el corral con guayabos y almendros,
el corral con peonías y cerezas
y el gran parral que daba todo el año
uvas más dulces que la miel de las abejas.


Bajo el parral hay un estanque;

un baño en ese estanque sabe a Grecia;

del verde artesonado, las uvas en racimos,

tan bajas, que del agua se podría cogerlas,
y mientras en los labios se desangra la uva,
los pies hacen saltar el agua fresca.


Cuando llegaba la sazón tenía

cada racimo un capuchón de tela,

para salvarlo de la gula

de las avispas negras,
y tenían entonces
una gracia invernal las uvas nuestras,
arrebujadas en sus telas blancas,
sordas a la canción de las abejas...

Y ahora, madre, que tan sólo tengo

las doce uvas de la Noche Vieja,

hoy que exprimo las uvas de los meses

sobre el recuerdo de la viña seca,
siento que toda la acidez del mundo
se está metiendo en ella,
porque tienen el ácido de lo que fue dulzura
las uvas de la ausencia.


Y ahora me pregunto:

¿Por qué razón estoy yo aquí? ¿Qué fuerza pudo

más que tu amor, que me llevaba

a la dulce anonimia de tu puerta?
¡Oh miserable vara que nos mides!
¡El Renombre, la Gloria..., pobre cosa pequeña!
¡Cuando dejé mi casa para buscar la Gloria,
cómo olvidé la gloria que me dejaba en ella!

Y ésta es la lucha ante los hombres malos

y ante las almas buenas;

yo soy un hombre a solas en busca de un camino.


¿Dónde hallaré camino mejor que la vereda
que a ti me lleva, madre; la vereda que corta
por los campos frutales, pintada de hojas secas,
siempre recién llovida,
con pájaros del trópico, con muchachas de la aldea,
hombres que dicen: «Buenos días, niño»,
y el queso que me guardas siempre para merienda?
Esa es la Gloria, madre, para un hombre
que se llamó fray Luis y era poeta.


¡Oh mi casa sin cítricos, mi casa donde puede

mi poesía andar como una reina!

¿Qué sabes tú de formas y doctrinas,

de metros y de escuela?
Tú eres mi madre, que me dices siempre
que son hermosos todos mis poemas;
para ti, yo soy grande; cuando dices mis versos,
yo no sé si los dices o los rezas...
¡Y mientras exprimimos en las uvas del Tiempo
toda una vida absurda, la promesa
de vernos otra vez se va alargando,
y el momento de irnos está cerca,
y no pensamos que se pierde todo!
¡Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta
y en la última uva libo la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza,
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar en tus ojeras,
y manos pulcras, y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva;
que eres hermosa, madre, todavía,
y yo estoy loco por estar de vuelta,
porque tú eres la Gloria de mis años
y no quiero volver cuando estés vieja!...

Uvas del Tiempo que mi ser escancia

en el recuerdo de la viña seca,

¡cómo me pierdo, madre, en los caminos

hacia la devoción de tu vereda!
Y en esta algarabía de la ciudad borracha,
donde va mi emoción sin compañera,
mientras los hombres comen las uvas de los meses,
yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta.

Mi labio está bebiendo de tu seno,
que es el racimo de la parra buena,
el buen racimo que exprimí en el día
sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.


Madre, esta noche se nos muere un año;

todos estos señores tienen su madre cerca,

y al lado mío mi tristeza muda

tiene el dolor de una muchacha muerta...
Y vino toda la acidez del mundo
a destilar sus doce gotas trémulas,
cuando cayeron sobre mi silencio
las doce uvas de la Noche Vieja.

jueves, 23 de diciembre de 2010

NOCHEBUENA



Pastores y pastoras,
abierto está el edén.
¿No oís voces sonoras?
Jesús nació en Belén.

La luz del cielo baja,
el Cristo nació ya,
y en un nido de paja
cual pajarillo está.

El niño está friolento.

¡Oh noble buey,
arropa con tu aliento
al Niño Rey!
Los cantos y los vuelos
invaden la extensión,
y están de fiesta cielos
y tierra... y corazón.

Resuenan voces puras
que cantan en tropel:
Hosanna en las alturas
al Justo de Israel!
¡Pastores, en bandada
venid, venid,
a ver la anunciada
Flor de David!...

martes, 23 de noviembre de 2010

No Llaméis a Mi Amor Idolatría



No llaméis a mi amor idolatría
ni al ser que amo un ídolo, tampoco;
porque siempre que entono una armonía
un solo objeto sin cesar evoco.

Puro como hoy mi amor, será mañana,
pues es constante por su propia esencia;
mi verso a la constancia así se hermana
que él con mi amor no tiene diferencia.

“Bondad, virtud, belleza”, ese es mi argumento;
“Bondad, virtud, belleza”, y no he variado
sino en las notas de mi amante acento
tres temas que uno solo así han formado.

“Bondad, virtud, belleza”, al fin ahora,
un solo hogar de amor atesora.

viernes, 29 de octubre de 2010

OTOÑO



Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.

jueves, 23 de septiembre de 2010

ODA AL OTOÑO



Estación de las nieblas y fecundas sazones,
colaboradora íntima de un sol que ya madura,
conspirando con él cómo llenar de fruto
y bendecir las viñas que corren por las bardas,
encorvar con manzanas los árboles del huerto
y colmar todo fruto de madurez profunda;
la calabaza hinchas y engordas avellanas
con un dulce interior; haces brotar tardías
y numerosas flores hasta que las abejas
los días calurosos creen interminables
pues rebosa el estío de sus celdas viscosas.

 ¿Quién no te ha visto en medio de tus bienes?
Quienquiera que te busque ha de encontrarte
sentada con descuido en un granero
aventado el cabello dulcemente,
o en surco no segado sumida en hondo sueño
aspirando amapolas, mientras tu hoz respeta
la próxima gavilla de entrelazadas flores;
o te mantienes firme como una espigadora
cargada la cabeza al cruzar un arroyo,
o al lado de un lagar con paciente mirada
ves rezumar la última sidra hora tras hora.
  ¿En dónde con sus cantos está la primavera?
No pienses más en ellos sino en tu propia música.

Cuando el día entre nubes desmaya floreciendo
y tiñe los rastrojos de un matiz rosado,
cual lastimero coro los mosquitos se quejan
en los sauces del río, alzados, descendiendo
conforme el leve viento se reaviva o muere;
y los corderos balan allá por las colinas,
los grillos en el seto cantan, y el petirrojo
con dulce voz de tiple silba en alguna huerta
y trinan por los cielos bandos de golondrinas.

sábado, 4 de septiembre de 2010

SI AL MECER LAS AZULES CAMPANILLAS





Si al mecer las azules campanillas

de tu balcón,
crees que suspirando pasa el viento
murmurador,
sabe que, oculto entre las verdes hojas,
suspiro yo.

Si al resonar confuso a tus espaldas
vago rumor,
crees que por tu nombre te ha llamado
lejana voz,
sabe que, entre las sombras que te cercan,
te llamo yo.

Si se turba medroso en la alta noche
tu corazón,
al sentir en tus labios un aliento
abrasador,
sabe que, aunque invisible, al lado tuyo,
respiro yo.

sábado, 21 de agosto de 2010

NADA TE TURBE


Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.

Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.

lunes, 26 de julio de 2010

AQUELLAS PALABRAS




Ya toda me entregué y di 

y de tal suerte he trocado,
que es mi amado para mí,
y yo soy para mi amado. 

Cuando el dulce cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del amor 
mi alma quedó caída.

Y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado 
que es mi amado para mí,
y yo soy para mi amado.

Hirióme con una flecha 
enherbolada de amor,
y mi alma quedo hecha
una con su Criador, 

ya no quiero otro amor
pues a mi Dios me he entregado,
y mi amado es para mi, 
y yo soy para mi amado.

viernes, 16 de julio de 2010

POEMA 12


Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.

Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.


Llegas como el rocío a las corolas.


Socavas el horizonte con tu ausencia.


Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.


Como ellos eres alto y taciturno.


Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedor como un viejo camino.


Te pueblan ecos y voces nostálgicas.


Yo desperté, y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.

viernes, 18 de junio de 2010


Si puedes mantener intacta tu firmeza
cuando todos vacilan a tu alrededor

Si cuando todos dudan, fías en tu valor

y al mismo tiempo sabes exaltar su flaqueza

Si sabes esperar y a tu afán poner brida
O blanco de mentiras esgrimir la verdad
O siendo odiado, al odio no le das cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad


Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey

Si piensas y el pensar no mengua tus ardores


Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores.


Si puedes soportan que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados.
O mirar hecha trizas tu adora quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados.


Si todas tu ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar
y las pierdes, y luego con bravo corazón
sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar.


Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlo cuando en ti todo flaquea
menos la voluntad que te dice adelante.


Si entre la turba das a la virtud abrigo

Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo


Si marchando con reyes del orgullo has triunfado


Si eres bueno con todos pero no demasiado


Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más serás hombre hijo mío....


martes, 8 de junio de 2010

GLOSA DEL SUSPIRAR CON MOTIVO


En la alta noche estoy triste,
sin amor y hasta sin sueño.

Voy como perro sin dueño
por la calle en que viviste.

Dudo ya de que estuviste
aquí, donde ahora te pierdo,
donde esta amargura muerdo
de sospechar que deliro
si te digo en un suspiro:
SUSPIRO PORQUE ME ACUERDO

Al sufrir esta tortura
ignoro lo que harán otros.

yo sólo sé de nosotros
y de mi amor sin ventura,
de esa pena sin ternura
que con nada se compara,
porque es una pena rara
de la que muero y aliento.

yo sólo sé mi tormento
Y SI NO, NO SUSPIRARA.

Y tú, ¿qué harás, tan lejana?
¿Te retendrán prisionera,
que no amaneció en mi espera
tu estrella tras mi ventana?
Tal vez, si vuelves mañana
por saborear tu mentira,
adonde esté quien delira
por tí, te habré de escuchar
decir, curiosa, al pasar:
¿QUIEN ES AQUEL QUE SUSPIRA?

Dice el verso de un cantar
-de esos cantares sin dueño
que aprendí siendo pequeño-
"mucho alivio es suspirar..."
Yo, suspiros he de dar
mientras vuelves, bienamada,
de recuerdo iluminada
te llevaré hasta morir,
porque, ¿quién puede vivir

SIN ACORDARSE DE NADA?

Suspiro porque me acuerdo,
y si no, no suspirara.
¿Quién es aquél que suspira
sin acordarse de nada?

Cancionero popular
venezolano

viernes, 31 de diciembre de 2010

LAS UVAS DEL TIEMPO


Madre: esta noche se nos muere un año. En esta ciudad grande, todos están de fiesta; zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!; claro, como que todos tienen su madre cerca... ¡Yo estoy tan solo, madre, tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera; estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año pasado que se queda.

Si vieras, si escucharas este alboroto: hay hombres vestidos de locura, con cacerolas viejas,tambores de sartenes,

cencerros y cornetas;
el hálito canalla
de las mujers ebrias;
el diablo, con diez latas prendidas en el rabo
anda por esas calles inventando piruetas,
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.


Esta es la noche en que todos se ponen

en los ojos la venda,

para olvidar que hay alguien que está cerrando un libro,

para no ver la periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
porque no lo sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una pérdida.
Aquí es de la tradición que en esta noche,

cuando el reloj anuncia que el Año Nuevo llega,

todos los hombres coman, al compás de las horas,

las doce uvas de la Noche Vieja.

Pero aquí no se abrazan ni gritan: ¡FELIZ AÑO!,
como en los pueblos de mi tierra;
en este gozo hay menos caridad; la alegría
de cada cual va sola, y la tristeza
del que está al margen del tumulto acusa
lo inevitable de la casa ajena.


¡Oh nuestras plazas, donde van las gentes,

sin conocerse, con la buena nueva!

Las manos que se buscan con la efusión unánime

de ser hormigas de la misma cueva;
y al hombre que está solo, bajo un árbol,
le dicen cosas de honda fortaleza:
«¡Venid compadre, que las horas pasan;
pero aprendamos a pasar con ellas!»
Y el cañonazo en la Planicie,
y el himno nacional desde la iglesia,
y el amigo que viene a saludarnos:
«Feliz año, señores», y los criados que llegan
a recibir en nuestros brazos
el amor de la casa buena.


Y el beso familiar a medianoche:

«La bendición, mi madre»

«Que el Señor te proteja...»

Y después, en el claro comedor, la familia
congregada para la cena,
con dos amigos íntimos, y tú, madre, a mi lado,
y mi padre, algo triste, presidiendo la mesa.

¡Madre, cómo son ácidas
las uvas de la ausencia!

¡Mi casona oriental! Aquella casa

con claustros coloniales, portón y enredaderas,

el molino de viento y los granados,

los grandes libros de la biblioteca
—mis libros preferidos: tres tomos con imágenes
que hablaban de los reinos de la Naturaleza—.

Al lado, el gran corral, donde parece
que hay dinero enterrado desde la Independencia;
el corral con guayabos y almendros,
el corral con peonías y cerezas
y el gran parral que daba todo el año
uvas más dulces que la miel de las abejas.


Bajo el parral hay un estanque;

un baño en ese estanque sabe a Grecia;

del verde artesonado, las uvas en racimos,

tan bajas, que del agua se podría cogerlas,
y mientras en los labios se desangra la uva,
los pies hacen saltar el agua fresca.


Cuando llegaba la sazón tenía

cada racimo un capuchón de tela,

para salvarlo de la gula

de las avispas negras,
y tenían entonces
una gracia invernal las uvas nuestras,
arrebujadas en sus telas blancas,
sordas a la canción de las abejas...

Y ahora, madre, que tan sólo tengo

las doce uvas de la Noche Vieja,

hoy que exprimo las uvas de los meses

sobre el recuerdo de la viña seca,
siento que toda la acidez del mundo
se está metiendo en ella,
porque tienen el ácido de lo que fue dulzura
las uvas de la ausencia.


Y ahora me pregunto:

¿Por qué razón estoy yo aquí? ¿Qué fuerza pudo

más que tu amor, que me llevaba

a la dulce anonimia de tu puerta?
¡Oh miserable vara que nos mides!
¡El Renombre, la Gloria..., pobre cosa pequeña!
¡Cuando dejé mi casa para buscar la Gloria,
cómo olvidé la gloria que me dejaba en ella!

Y ésta es la lucha ante los hombres malos

y ante las almas buenas;

yo soy un hombre a solas en busca de un camino.


¿Dónde hallaré camino mejor que la vereda
que a ti me lleva, madre; la vereda que corta
por los campos frutales, pintada de hojas secas,
siempre recién llovida,
con pájaros del trópico, con muchachas de la aldea,
hombres que dicen: «Buenos días, niño»,
y el queso que me guardas siempre para merienda?
Esa es la Gloria, madre, para un hombre
que se llamó fray Luis y era poeta.


¡Oh mi casa sin cítricos, mi casa donde puede

mi poesía andar como una reina!

¿Qué sabes tú de formas y doctrinas,

de metros y de escuela?
Tú eres mi madre, que me dices siempre
que son hermosos todos mis poemas;
para ti, yo soy grande; cuando dices mis versos,
yo no sé si los dices o los rezas...
¡Y mientras exprimimos en las uvas del Tiempo
toda una vida absurda, la promesa
de vernos otra vez se va alargando,
y el momento de irnos está cerca,
y no pensamos que se pierde todo!
¡Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta
y en la última uva libo la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza,
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar en tus ojeras,
y manos pulcras, y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva;
que eres hermosa, madre, todavía,
y yo estoy loco por estar de vuelta,
porque tú eres la Gloria de mis años
y no quiero volver cuando estés vieja!...

Uvas del Tiempo que mi ser escancia

en el recuerdo de la viña seca,

¡cómo me pierdo, madre, en los caminos

hacia la devoción de tu vereda!
Y en esta algarabía de la ciudad borracha,
donde va mi emoción sin compañera,
mientras los hombres comen las uvas de los meses,
yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta.

Mi labio está bebiendo de tu seno,
que es el racimo de la parra buena,
el buen racimo que exprimí en el día
sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.


Madre, esta noche se nos muere un año;

todos estos señores tienen su madre cerca,

y al lado mío mi tristeza muda

tiene el dolor de una muchacha muerta...
Y vino toda la acidez del mundo
a destilar sus doce gotas trémulas,
cuando cayeron sobre mi silencio
las doce uvas de la Noche Vieja.

jueves, 23 de diciembre de 2010

NOCHEBUENA



Pastores y pastoras,
abierto está el edén.
¿No oís voces sonoras?
Jesús nació en Belén.

La luz del cielo baja,
el Cristo nació ya,
y en un nido de paja
cual pajarillo está.

El niño está friolento.

¡Oh noble buey,
arropa con tu aliento
al Niño Rey!
Los cantos y los vuelos
invaden la extensión,
y están de fiesta cielos
y tierra... y corazón.

Resuenan voces puras
que cantan en tropel:
Hosanna en las alturas
al Justo de Israel!
¡Pastores, en bandada
venid, venid,
a ver la anunciada
Flor de David!...

martes, 23 de noviembre de 2010

No Llaméis a Mi Amor Idolatría



No llaméis a mi amor idolatría
ni al ser que amo un ídolo, tampoco;
porque siempre que entono una armonía
un solo objeto sin cesar evoco.

Puro como hoy mi amor, será mañana,
pues es constante por su propia esencia;
mi verso a la constancia así se hermana
que él con mi amor no tiene diferencia.

“Bondad, virtud, belleza”, ese es mi argumento;
“Bondad, virtud, belleza”, y no he variado
sino en las notas de mi amante acento
tres temas que uno solo así han formado.

“Bondad, virtud, belleza”, al fin ahora,
un solo hogar de amor atesora.

viernes, 29 de octubre de 2010

OTOÑO



Esparce octubre, al blando movimiento
del sur, las hojas áureas y las rojas,
y, en la caída clara de sus hojas,
se lleva al infinito el pensamiento.

Qué noble paz en este alejamiento
de todo; oh prado bello que deshojas
tus flores; oh agua fría ya, que mojas
con tu cristal estremecido el viento!

¡Encantamiento de oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo, hecho alma, se enternece,
echado en el verdor de una colina!

En una decadencia de hermosura,
la vida se desnuda, y resplandece
la excelsitud de su verdad divina.

jueves, 23 de septiembre de 2010

ODA AL OTOÑO



Estación de las nieblas y fecundas sazones,
colaboradora íntima de un sol que ya madura,
conspirando con él cómo llenar de fruto
y bendecir las viñas que corren por las bardas,
encorvar con manzanas los árboles del huerto
y colmar todo fruto de madurez profunda;
la calabaza hinchas y engordas avellanas
con un dulce interior; haces brotar tardías
y numerosas flores hasta que las abejas
los días calurosos creen interminables
pues rebosa el estío de sus celdas viscosas.

 ¿Quién no te ha visto en medio de tus bienes?
Quienquiera que te busque ha de encontrarte
sentada con descuido en un granero
aventado el cabello dulcemente,
o en surco no segado sumida en hondo sueño
aspirando amapolas, mientras tu hoz respeta
la próxima gavilla de entrelazadas flores;
o te mantienes firme como una espigadora
cargada la cabeza al cruzar un arroyo,
o al lado de un lagar con paciente mirada
ves rezumar la última sidra hora tras hora.
  ¿En dónde con sus cantos está la primavera?
No pienses más en ellos sino en tu propia música.

Cuando el día entre nubes desmaya floreciendo
y tiñe los rastrojos de un matiz rosado,
cual lastimero coro los mosquitos se quejan
en los sauces del río, alzados, descendiendo
conforme el leve viento se reaviva o muere;
y los corderos balan allá por las colinas,
los grillos en el seto cantan, y el petirrojo
con dulce voz de tiple silba en alguna huerta
y trinan por los cielos bandos de golondrinas.

sábado, 4 de septiembre de 2010

SI AL MECER LAS AZULES CAMPANILLAS





Si al mecer las azules campanillas

de tu balcón,
crees que suspirando pasa el viento
murmurador,
sabe que, oculto entre las verdes hojas,
suspiro yo.

Si al resonar confuso a tus espaldas
vago rumor,
crees que por tu nombre te ha llamado
lejana voz,
sabe que, entre las sombras que te cercan,
te llamo yo.

Si se turba medroso en la alta noche
tu corazón,
al sentir en tus labios un aliento
abrasador,
sabe que, aunque invisible, al lado tuyo,
respiro yo.

sábado, 21 de agosto de 2010

NADA TE TURBE


Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.

Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.

lunes, 26 de julio de 2010

AQUELLAS PALABRAS




Ya toda me entregué y di 

y de tal suerte he trocado,
que es mi amado para mí,
y yo soy para mi amado. 

Cuando el dulce cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del amor 
mi alma quedó caída.

Y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado 
que es mi amado para mí,
y yo soy para mi amado.

Hirióme con una flecha 
enherbolada de amor,
y mi alma quedo hecha
una con su Criador, 

ya no quiero otro amor
pues a mi Dios me he entregado,
y mi amado es para mi, 
y yo soy para mi amado.

viernes, 16 de julio de 2010

POEMA 12


Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.

Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.


Llegas como el rocío a las corolas.


Socavas el horizonte con tu ausencia.


Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.


Como ellos eres alto y taciturno.


Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedor como un viejo camino.


Te pueblan ecos y voces nostálgicas.


Yo desperté, y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.

viernes, 18 de junio de 2010


Si puedes mantener intacta tu firmeza
cuando todos vacilan a tu alrededor

Si cuando todos dudan, fías en tu valor

y al mismo tiempo sabes exaltar su flaqueza

Si sabes esperar y a tu afán poner brida
O blanco de mentiras esgrimir la verdad
O siendo odiado, al odio no le das cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad


Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey

Si piensas y el pensar no mengua tus ardores


Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores.


Si puedes soportan que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados.
O mirar hecha trizas tu adora quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados.


Si todas tu ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar
y las pierdes, y luego con bravo corazón
sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar.


Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlo cuando en ti todo flaquea
menos la voluntad que te dice adelante.


Si entre la turba das a la virtud abrigo

Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo


Si marchando con reyes del orgullo has triunfado


Si eres bueno con todos pero no demasiado


Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más serás hombre hijo mío....


martes, 8 de junio de 2010

GLOSA DEL SUSPIRAR CON MOTIVO


En la alta noche estoy triste,
sin amor y hasta sin sueño.

Voy como perro sin dueño
por la calle en que viviste.

Dudo ya de que estuviste
aquí, donde ahora te pierdo,
donde esta amargura muerdo
de sospechar que deliro
si te digo en un suspiro:
SUSPIRO PORQUE ME ACUERDO

Al sufrir esta tortura
ignoro lo que harán otros.

yo sólo sé de nosotros
y de mi amor sin ventura,
de esa pena sin ternura
que con nada se compara,
porque es una pena rara
de la que muero y aliento.

yo sólo sé mi tormento
Y SI NO, NO SUSPIRARA.

Y tú, ¿qué harás, tan lejana?
¿Te retendrán prisionera,
que no amaneció en mi espera
tu estrella tras mi ventana?
Tal vez, si vuelves mañana
por saborear tu mentira,
adonde esté quien delira
por tí, te habré de escuchar
decir, curiosa, al pasar:
¿QUIEN ES AQUEL QUE SUSPIRA?

Dice el verso de un cantar
-de esos cantares sin dueño
que aprendí siendo pequeño-
"mucho alivio es suspirar..."
Yo, suspiros he de dar
mientras vuelves, bienamada,
de recuerdo iluminada
te llevaré hasta morir,
porque, ¿quién puede vivir

SIN ACORDARSE DE NADA?

Suspiro porque me acuerdo,
y si no, no suspirara.
¿Quién es aquél que suspira
sin acordarse de nada?

Cancionero popular
venezolano

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