POESÍA INOLVIDABLE

POESÍA INOLVIDABLE

viernes, 12 de abril de 2013

AJEDREZ


    En su grave rincón, los jugadores 
    rigen las lentas piezas. El tablero 
    los demora hasta el alba en su severo 
    ámbito en que se odian dos colores. 

    Adentro irradian mágicos rigores 
    las formas: torre homérica, ligero 
    caballo, armada reina, rey postrero, 
    oblicuo alfil y peones agresores. 

    Cuando los jugadores se hayan ido, 
    cuando el tiempo los haya consumido, 
    ciertamente no habrá cesado el rito. 

    En el Oriente se encendió esta guerra 
    cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra. 

    Como el otro, este juego es infinito. 

    II 
    Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada 
    reina, torre directa y peón ladino 
    sobre lo negro y blanco del camino 
    buscan y libran su batalla armada. 

    No saben que la mano señalada 
    del jugador gobierna su destino, 
    no saben que un rigor adamantino 
    sujeta su albedrío y su jornada. 

    También el jugador es prisionero 
    (la sentencia es de Omar) de otro tablero 
    de negras noches y de blancos días. 

    Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. 

    ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza 
    de polvo y tiempo y sueño y agonía? 


















viernes, 12 de abril de 2013

AJEDREZ


    En su grave rincón, los jugadores 
    rigen las lentas piezas. El tablero 
    los demora hasta el alba en su severo 
    ámbito en que se odian dos colores. 

    Adentro irradian mágicos rigores 
    las formas: torre homérica, ligero 
    caballo, armada reina, rey postrero, 
    oblicuo alfil y peones agresores. 

    Cuando los jugadores se hayan ido, 
    cuando el tiempo los haya consumido, 
    ciertamente no habrá cesado el rito. 

    En el Oriente se encendió esta guerra 
    cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra. 

    Como el otro, este juego es infinito. 

    II 
    Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada 
    reina, torre directa y peón ladino 
    sobre lo negro y blanco del camino 
    buscan y libran su batalla armada. 

    No saben que la mano señalada 
    del jugador gobierna su destino, 
    no saben que un rigor adamantino 
    sujeta su albedrío y su jornada. 

    También el jugador es prisionero 
    (la sentencia es de Omar) de otro tablero 
    de negras noches y de blancos días. 

    Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. 

    ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza 
    de polvo y tiempo y sueño y agonía? 


















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