POESÍA INOLVIDABLE

POESÍA INOLVIDABLE

viernes, 27 de septiembre de 2013

¿Que cuántos años tengo?

Frecuentemente me preguntan 
que cuántos años tengo...
¡Qué importa éso!
Tengo la edad que quiero y siento.

 La edad en que puedo gritar
 sin miedo lo que pienso.
 Hacer lo que deseo, 
sin miedo al fracaso, 
o lo desconocido. 


Tengo la experiencia 
de los años vividos,
 y la fuerza de la convicción 
de mis deseos. 

¡Qué importa cuántos años tengo!
 No quiero pensar en ello.

Unos dicen que ya soy viejo
 y otros que estoy en el apogeo.

Pero no es la edad que tengo,
 ni lo que la gente dice, 
sino lo que mi corazón siente
 y mi cerebro dicte. 

Tengo los años necesarios 
para gritar lo que pienso,
 para hacer lo que quiero,
 para reconocer yerros viejos, 
rectificar caminos y atesorar éxitos. 

Ahora no tienen porqué decir:
 Eres muy joven... no lo lograrás. 

Tengo la edad en que las cosas
 se miran con más calma,
 pero con el interés de seguir creciendo.

 Tengo los años en que los sueños 
se empiezan a acariciar con los dedos,
 y las ilusiones se convierten en esperanza. 

Tengo los años en que el amor,
 a veces es una loca llamarada,
 ansiosa de consumirse en el fuego
 de una pasión deseada.

Y otras un remanso de paz,
 como el atardecer en la playa.

¿Qué cuántos años tengo?
 No necesito con un número marcar,
 pues mis anhelos alcanzados,
 mis triunfos obtenidos, 
las lágrimas que por el camino derramé 
al ver mis ilusiones rotas... 

Valen mucho más que eso. 

¡Qué importa si cumplo veinte,
cuarenta, o sesenta!

Lo que importa es la edad que siento. 

Tengo los años que necesito 
para vivir libre y sin miedos.

Para seguir sin temor por el sendero,
 pues llevo conmigo la 
experiencia adquirida
 y la fuerza de mis anhelos.

¿Qué cuantos años tengo?
¡Eso a quién le importa!

Tengo los años necesarios 
para perder el miedo
 y hacer lo que quiero y siento.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Cuando un Amigo se va

Cuando un amigo se va,
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va,
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.

Cuando un amigo se va,
una estrella se ha perdido,
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.

Cuando un amigo se va,
se detienen los caminos
y se empieza a avinagrar
el duende dulce del vino.

Cuando un amigo se va,
galopando su destino,
empieza el alma a vibrar
porque se llena de frío.

Cuando un amigo se va,
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.

Cuando un amigo se va,
se queda el árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.

Cuando un amigo se va,
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

viernes, 27 de septiembre de 2013

¿Que cuántos años tengo?

Frecuentemente me preguntan 
que cuántos años tengo...
¡Qué importa éso!
Tengo la edad que quiero y siento.

 La edad en que puedo gritar
 sin miedo lo que pienso.
 Hacer lo que deseo, 
sin miedo al fracaso, 
o lo desconocido. 


Tengo la experiencia 
de los años vividos,
 y la fuerza de la convicción 
de mis deseos. 

¡Qué importa cuántos años tengo!
 No quiero pensar en ello.

Unos dicen que ya soy viejo
 y otros que estoy en el apogeo.

Pero no es la edad que tengo,
 ni lo que la gente dice, 
sino lo que mi corazón siente
 y mi cerebro dicte. 

Tengo los años necesarios 
para gritar lo que pienso,
 para hacer lo que quiero,
 para reconocer yerros viejos, 
rectificar caminos y atesorar éxitos. 

Ahora no tienen porqué decir:
 Eres muy joven... no lo lograrás. 

Tengo la edad en que las cosas
 se miran con más calma,
 pero con el interés de seguir creciendo.

 Tengo los años en que los sueños 
se empiezan a acariciar con los dedos,
 y las ilusiones se convierten en esperanza. 

Tengo los años en que el amor,
 a veces es una loca llamarada,
 ansiosa de consumirse en el fuego
 de una pasión deseada.

Y otras un remanso de paz,
 como el atardecer en la playa.

¿Qué cuántos años tengo?
 No necesito con un número marcar,
 pues mis anhelos alcanzados,
 mis triunfos obtenidos, 
las lágrimas que por el camino derramé 
al ver mis ilusiones rotas... 

Valen mucho más que eso. 

¡Qué importa si cumplo veinte,
cuarenta, o sesenta!

Lo que importa es la edad que siento. 

Tengo los años que necesito 
para vivir libre y sin miedos.

Para seguir sin temor por el sendero,
 pues llevo conmigo la 
experiencia adquirida
 y la fuerza de mis anhelos.

¿Qué cuantos años tengo?
¡Eso a quién le importa!

Tengo los años necesarios 
para perder el miedo
 y hacer lo que quiero y siento.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Cuando un Amigo se va

Cuando un amigo se va,
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va,
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.

Cuando un amigo se va,
una estrella se ha perdido,
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.

Cuando un amigo se va,
se detienen los caminos
y se empieza a avinagrar
el duende dulce del vino.

Cuando un amigo se va,
galopando su destino,
empieza el alma a vibrar
porque se llena de frío.

Cuando un amigo se va,
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.

Cuando un amigo se va,
se queda el árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.

Cuando un amigo se va,
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.

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