POESÍA INOLVIDABLE

POESÍA INOLVIDABLE

martes, 30 de octubre de 2012

GLOSA DEL AMOR VEDADO

Privarme de que te vea 
eso lo podrán hacer.
Privarme de que te quiera,
¡sólo Dios con su poder!

Ando solo por el mundo,
señora, con mi destino
y es bueno cualquier camino 
para un juglar vagabundo.
Por eso mi pie errabundo
abre pica  en donde sea
y mi alma no titubea,
cara o cruz la vida entera,
ni me cuido del que quiera
PRIVARME DE QUE TE VEA.

Por que no verte es soñarte
más linda de lo que eres
y entre todas las mujeres
el trono más alto darte.
No verte nunca es guardarte
inédita en el querer,
niña en lugar de mujer,
flor que en fruto no madura.
¡Qué me importa tu clausura!
ESO LO PODRÁN HACER

Este amor es como un lazo
que nos ata y nos desata,
que aprieta pero no mata,
cual si de Dios fuera el brazo.
Mira tú que extraño caso
el de la gente insincera,
que quiere que yo me muera
de sed junto al agua clara.
Comprende que es cosa rara
PRIVARME DE QUE TE QUIERA.

Más la suerte ya está echada
y a volverse no hay lugar,
que estoy resuelto a ganar
aún con baraja marcada.
En la puesta va, resteada, 
la fé que aún arde en mi ser
y en las cosas del querer
es legal cualquier chicana,
y esta "mano" me la gana
¡SOLO DIOS CON SU PODER!

martes, 23 de octubre de 2012

Verde, que te quiero verde



           Federico García Lorca

      Verde, que te quiero verde.
      Verde viento. Verdes ramas.
      El barco sobre la mar
      Y el caballo en la montaña.
      Con la sombra en la cintura
      Ella sueña en su baranda,
      Verde carne, pelo verde,
      Con ojos de fría plata.
      Verde que te quiero verde.


      Bajo la luna gitana,
      Las cosas la están mirando
      Y ella no puede mirarlas.


      Verde, que te quiero verde.
      Grandes estrellas de escarcha
      Vienen con el pez de sombra
      Que abre el camino del alba.
      La higuera frota su viento
      Con la lija de sus ramas,
      Y el monte, gato garduño,
      Eriza sus pitas agrias.
      Pero, ¿quién vendrá? ¿Y por dónde?
      Ella sigue en su baranda,
      Verde carne, pelo verde,
      Sonando en la mar amarga.


      -Compadre, quiero cambiar
      Mi caballo por su casa,
      Mi montaña por su espejo,
      Mi cuchillo por su manta.
      Compadre, vengo sangrando,
      Desde los puertos de Cabra.
      -Si yo pudiera, mocito,
      Este trato se cerraba.
      Pero yo ya no soy yo
      Ni mi casa es ya mi casa.
      -Compadre, quiero morir
      Decentemente en mi cama.
      De acero, si puede ser,
      Con las sábanas de Holanda.
      ¿No ves la herida que tengo
      Desde el pecho a la garganta?
      -Trescientas rosas morenas
      Lleva tu pechera blanca.
      Tu sangre rezuma y huele
      Alrededor de tu faja.
      Pero yo ya no soy yo,
      Ni mi casa es ya mi casa.
      -Dejadme subir al menos
      Hasta las altas barandas,
      ¡Dejadme subir!, dejadme,
      Hasta las verdes barandas.
      Barandales de la luna
      Por donde retumba el agua.


      Ya suben los dos compadres
      Hacia las altas barandas.
      Dejando un rastro de sangre.
      Dejando un rastro de lágrimas.
      Temblaban en los tejados
      Farolillos de hojalata.
      Mil panderos de cristal
      Herían la madrugada.


      Verde, que te quiero verde,
      Verde viento, verdes ramas.
      Los dos compadres subieron.
      El largo viento dejaba
      En la boca un raro gusto
      De hiel, de menta y de albahaca.
      -¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
      Dónde está tu niña amarga?
      ¡Cuántas veces te esperó!
      ¡Cuántas veces te esperara,
      Cara fresca, negro pelo,
      En esta verde baranda!
      Sobre el rostro del aljibe
      Se mecía la gitana.


      Verde carne, pelo verde,
      Con ojos de fría plata.
      Un carámbano de luna
      La sostiene sobre el agua.
      La noche se puso íntima

      Como una pequeña plaza.
      Guardias civiles borrachos
      En la puerta golpeaban.
      Verde, que te quiero verde.
      Verde viento. Verdes ramas.
      El barco sobre la mar.
      Y el caballo en la montaña.


        Lugar y fecha nacimiento: Fuente Vaqueros, Granada (España), 5 de junio de 1898
        Lugar y fecha defunción: Víznar, Granada (España), 18 de agosto de 1936 (38 años)

miércoles, 17 de octubre de 2012

VOLVER A EMPEZAR



Cuando los cielos se apagan
las estrellas dejan de brillar
los mares dejan de olear
la luna y el sol dejan de estar
pareciera que todo llegó a su final.


¿Que será mejor?
Sentarse en un rincon a esperar
y ver tinieblas y nada más
sentir como todo deja de existir
o ¿mejor será volver a empezar?
Mas fácil es dejar de intentar
para guardar fuerza para tu final
¿pero de qué sirven?
si nunca verás la luz brillar!
Por eso prefiero volver a empezar
gastar mis últimas fuerzas y continuar
y volver a fundamentar, restaurar y crear
una nueva fortaleza real.


Si no vuelvo a ver el sol brillar
y escuchar el romper de las olas del mar
que no sean porque no lo haya intentado hasta el final
Volver a empezar de cero
es un camino muy enigmático
pero gastaría hasta la última molécula de mi cuerpo
para descubrir cada enigma que tiene el futuro para mi.


Volver a empezar!
es lo que más quiero!
Volver a empezar
Es mi anhelo!

miércoles, 10 de octubre de 2012

SEMBRANDO

De aquel rincón bañado por los fulgores 
del sol que nuestro cielo triunfante llena; 
de la florida tierra donde entre flores 
se deslizó mi infancia dulce y serena; 
envuelto en los recuerdos de mi pasado, 

borroso cual lo lejos del horizonte, 
guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado, 
del sembrador más raro que hubo en el monte. 

Aún no se si era sabio, loco o prudente 
aquel hombre que humilde traje vestía; 
sólo sé que al mirarle toda la gente 
con profundo respeto se descubría. 


Y es que acaso su gesto severo y noble 
a todos asombraba por lo arrogante: 
¡hasta los leñadores mirando al roble 
sienten las majestades de lo gigante! 
Una tarde de otoño subí a la sierra 
y al sembrador, sembrando, miré risueño; 
¡desde que existen hombres sobre la tierra 
nunca se ha trabajado con tanto empeño! 
Quise saber, curioso, lo que el demente 
sembraba en la montaña sola y bravía; 
el infeliz oyóme benignamente 
y me dijo con honda melancolía: 
Siembro robles y pinos y sicomoros; 
quiero llenar de frondas esta ladera, 
quiero que otros disfruten de los tesoros 
que darán estas plantas cuando yo muera. 

¿Por qué tantos afanes en la jornada 
sin buscar recompensa?— dije. Y el loco 
murmuró, con las manos sobre la azada: 
Acaso tú imagines que me equivoco; 
acaso, por ser niño, te asombre mucho 
el soberano impulso que mi alma enciende; 
por los que no trabajan, trabajo y lucho; 
si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende! 
Hoy es el egoísmo torpe maestro 
a quien rendimos culto de varios modos: 
si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro. 

¡Nunca al cielo pedimos pan para todos! 
En la propia miseria los ojos fijos, 
buscamos las riquezas que nos convienen 
y todo lo arrostramos por nuestros hijos. 

¿Es que los demás padres hijos no tienen?... 
Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre 
y, en las guerras brutales con sed de robo, 
hay siempre un fratricida dentro del hombre, 
y el hombre para el hombre siempre es un lobo. 

Por eso cuando al mundo, triste, contemplo, 
yo me afano y me impongo ruda tarea 
y sé que vale mucho mi pobre ejemplo 
aunque pobre y humilde parezca y sea. 
¡Hay que luchar por todos los que no luchan! 
¡Hay que pedir por todos los que no imploran! 
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan! 
¡Hay que llorar por todos los que no lloran! 
Hay que ser cual abejas que en la colmena 
fabrican para todos dulces panales. 

Hay que ser como el agua que va serena 
brindando al mundo entero frescos raudales. 
Hay que imitar al viento, que siembra flores 
lo mismo en la montaña que en la llanura, 
y hay que vivir la vida sembrando amores, 
con la vista y el alma siempre en la altura. 

Dijo el loco, y con noble melancolía 
por la breña del monte siguió trepando, 
y al perderse en las sombras, aún repetía: 
¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!... 




miércoles, 3 de octubre de 2012

AMOR, CUANDO YO MUERA

Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda,
ni llores sacudiéndote como quien estornuda,
ni sufras «pataletas» 
que al vecindario alarmen, 
ni para prevenirlas compres gotas del Carmen. 

No te sientes al lado de mi cajón mortuorio 
usando a tus cuñadas 
como reclinatorio; 
y cuando alguien, amada, se acerque a darte el pésame, 
no te le abras de brazos en actitud de ¡bésame! 

Hazte, amada, la sorda cuando algún güelefrito dictamine, 
observándome, que he quedado igualito. 
Y hazte la que no oye ni comprende ni mira 
cuando alguno comente que parece mentira. 

Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda: 
Yo quiero ser un muerto 
como los de Neruda; 
y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores: 
¡Eso es para los muertos esülo Julio Florez! 
No se te ocurra, amada, formar la gran «llorona» 
cada vez que te anuncien que llegó una corona; 
pero tampoco vayas a salir de 
indiscreta a curiosear el nombre que tiene la tarjeta. 

No grites, amada, que te lleve conmigo 
y que sin mí te quedas 
como en «Tomo y obligo», 
ni vayas a ponerte, con la voz desgarrada, 
a divulgar detalles de mi vida privada. 

Amor, cuando yo muera no hagas lo que hacen todas; 
no copies sus estilos, no repitas sus modas: 
Que aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto, 
¡sepa al menos el mundo que fui un muerto distinto!



martes, 30 de octubre de 2012

GLOSA DEL AMOR VEDADO

Privarme de que te vea 
eso lo podrán hacer.
Privarme de que te quiera,
¡sólo Dios con su poder!

Ando solo por el mundo,
señora, con mi destino
y es bueno cualquier camino 
para un juglar vagabundo.
Por eso mi pie errabundo
abre pica  en donde sea
y mi alma no titubea,
cara o cruz la vida entera,
ni me cuido del que quiera
PRIVARME DE QUE TE VEA.

Por que no verte es soñarte
más linda de lo que eres
y entre todas las mujeres
el trono más alto darte.
No verte nunca es guardarte
inédita en el querer,
niña en lugar de mujer,
flor que en fruto no madura.
¡Qué me importa tu clausura!
ESO LO PODRÁN HACER

Este amor es como un lazo
que nos ata y nos desata,
que aprieta pero no mata,
cual si de Dios fuera el brazo.
Mira tú que extraño caso
el de la gente insincera,
que quiere que yo me muera
de sed junto al agua clara.
Comprende que es cosa rara
PRIVARME DE QUE TE QUIERA.

Más la suerte ya está echada
y a volverse no hay lugar,
que estoy resuelto a ganar
aún con baraja marcada.
En la puesta va, resteada, 
la fé que aún arde en mi ser
y en las cosas del querer
es legal cualquier chicana,
y esta "mano" me la gana
¡SOLO DIOS CON SU PODER!

martes, 23 de octubre de 2012

Verde, que te quiero verde



           Federico García Lorca

      Verde, que te quiero verde.
      Verde viento. Verdes ramas.
      El barco sobre la mar
      Y el caballo en la montaña.
      Con la sombra en la cintura
      Ella sueña en su baranda,
      Verde carne, pelo verde,
      Con ojos de fría plata.
      Verde que te quiero verde.


      Bajo la luna gitana,
      Las cosas la están mirando
      Y ella no puede mirarlas.


      Verde, que te quiero verde.
      Grandes estrellas de escarcha
      Vienen con el pez de sombra
      Que abre el camino del alba.
      La higuera frota su viento
      Con la lija de sus ramas,
      Y el monte, gato garduño,
      Eriza sus pitas agrias.
      Pero, ¿quién vendrá? ¿Y por dónde?
      Ella sigue en su baranda,
      Verde carne, pelo verde,
      Sonando en la mar amarga.


      -Compadre, quiero cambiar
      Mi caballo por su casa,
      Mi montaña por su espejo,
      Mi cuchillo por su manta.
      Compadre, vengo sangrando,
      Desde los puertos de Cabra.
      -Si yo pudiera, mocito,
      Este trato se cerraba.
      Pero yo ya no soy yo
      Ni mi casa es ya mi casa.
      -Compadre, quiero morir
      Decentemente en mi cama.
      De acero, si puede ser,
      Con las sábanas de Holanda.
      ¿No ves la herida que tengo
      Desde el pecho a la garganta?
      -Trescientas rosas morenas
      Lleva tu pechera blanca.
      Tu sangre rezuma y huele
      Alrededor de tu faja.
      Pero yo ya no soy yo,
      Ni mi casa es ya mi casa.
      -Dejadme subir al menos
      Hasta las altas barandas,
      ¡Dejadme subir!, dejadme,
      Hasta las verdes barandas.
      Barandales de la luna
      Por donde retumba el agua.


      Ya suben los dos compadres
      Hacia las altas barandas.
      Dejando un rastro de sangre.
      Dejando un rastro de lágrimas.
      Temblaban en los tejados
      Farolillos de hojalata.
      Mil panderos de cristal
      Herían la madrugada.


      Verde, que te quiero verde,
      Verde viento, verdes ramas.
      Los dos compadres subieron.
      El largo viento dejaba
      En la boca un raro gusto
      De hiel, de menta y de albahaca.
      -¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
      Dónde está tu niña amarga?
      ¡Cuántas veces te esperó!
      ¡Cuántas veces te esperara,
      Cara fresca, negro pelo,
      En esta verde baranda!
      Sobre el rostro del aljibe
      Se mecía la gitana.


      Verde carne, pelo verde,
      Con ojos de fría plata.
      Un carámbano de luna
      La sostiene sobre el agua.
      La noche se puso íntima

      Como una pequeña plaza.
      Guardias civiles borrachos
      En la puerta golpeaban.
      Verde, que te quiero verde.
      Verde viento. Verdes ramas.
      El barco sobre la mar.
      Y el caballo en la montaña.


        Lugar y fecha nacimiento: Fuente Vaqueros, Granada (España), 5 de junio de 1898
        Lugar y fecha defunción: Víznar, Granada (España), 18 de agosto de 1936 (38 años)

miércoles, 17 de octubre de 2012

VOLVER A EMPEZAR



Cuando los cielos se apagan
las estrellas dejan de brillar
los mares dejan de olear
la luna y el sol dejan de estar
pareciera que todo llegó a su final.


¿Que será mejor?
Sentarse en un rincon a esperar
y ver tinieblas y nada más
sentir como todo deja de existir
o ¿mejor será volver a empezar?
Mas fácil es dejar de intentar
para guardar fuerza para tu final
¿pero de qué sirven?
si nunca verás la luz brillar!
Por eso prefiero volver a empezar
gastar mis últimas fuerzas y continuar
y volver a fundamentar, restaurar y crear
una nueva fortaleza real.


Si no vuelvo a ver el sol brillar
y escuchar el romper de las olas del mar
que no sean porque no lo haya intentado hasta el final
Volver a empezar de cero
es un camino muy enigmático
pero gastaría hasta la última molécula de mi cuerpo
para descubrir cada enigma que tiene el futuro para mi.


Volver a empezar!
es lo que más quiero!
Volver a empezar
Es mi anhelo!

miércoles, 10 de octubre de 2012

SEMBRANDO

De aquel rincón bañado por los fulgores 
del sol que nuestro cielo triunfante llena; 
de la florida tierra donde entre flores 
se deslizó mi infancia dulce y serena; 
envuelto en los recuerdos de mi pasado, 

borroso cual lo lejos del horizonte, 
guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado, 
del sembrador más raro que hubo en el monte. 

Aún no se si era sabio, loco o prudente 
aquel hombre que humilde traje vestía; 
sólo sé que al mirarle toda la gente 
con profundo respeto se descubría. 


Y es que acaso su gesto severo y noble 
a todos asombraba por lo arrogante: 
¡hasta los leñadores mirando al roble 
sienten las majestades de lo gigante! 
Una tarde de otoño subí a la sierra 
y al sembrador, sembrando, miré risueño; 
¡desde que existen hombres sobre la tierra 
nunca se ha trabajado con tanto empeño! 
Quise saber, curioso, lo que el demente 
sembraba en la montaña sola y bravía; 
el infeliz oyóme benignamente 
y me dijo con honda melancolía: 
Siembro robles y pinos y sicomoros; 
quiero llenar de frondas esta ladera, 
quiero que otros disfruten de los tesoros 
que darán estas plantas cuando yo muera. 

¿Por qué tantos afanes en la jornada 
sin buscar recompensa?— dije. Y el loco 
murmuró, con las manos sobre la azada: 
Acaso tú imagines que me equivoco; 
acaso, por ser niño, te asombre mucho 
el soberano impulso que mi alma enciende; 
por los que no trabajan, trabajo y lucho; 
si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende! 
Hoy es el egoísmo torpe maestro 
a quien rendimos culto de varios modos: 
si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro. 

¡Nunca al cielo pedimos pan para todos! 
En la propia miseria los ojos fijos, 
buscamos las riquezas que nos convienen 
y todo lo arrostramos por nuestros hijos. 

¿Es que los demás padres hijos no tienen?... 
Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre 
y, en las guerras brutales con sed de robo, 
hay siempre un fratricida dentro del hombre, 
y el hombre para el hombre siempre es un lobo. 

Por eso cuando al mundo, triste, contemplo, 
yo me afano y me impongo ruda tarea 
y sé que vale mucho mi pobre ejemplo 
aunque pobre y humilde parezca y sea. 
¡Hay que luchar por todos los que no luchan! 
¡Hay que pedir por todos los que no imploran! 
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan! 
¡Hay que llorar por todos los que no lloran! 
Hay que ser cual abejas que en la colmena 
fabrican para todos dulces panales. 

Hay que ser como el agua que va serena 
brindando al mundo entero frescos raudales. 
Hay que imitar al viento, que siembra flores 
lo mismo en la montaña que en la llanura, 
y hay que vivir la vida sembrando amores, 
con la vista y el alma siempre en la altura. 

Dijo el loco, y con noble melancolía 
por la breña del monte siguió trepando, 
y al perderse en las sombras, aún repetía: 
¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!... 




miércoles, 3 de octubre de 2012

AMOR, CUANDO YO MUERA

Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda,
ni llores sacudiéndote como quien estornuda,
ni sufras «pataletas» 
que al vecindario alarmen, 
ni para prevenirlas compres gotas del Carmen. 

No te sientes al lado de mi cajón mortuorio 
usando a tus cuñadas 
como reclinatorio; 
y cuando alguien, amada, se acerque a darte el pésame, 
no te le abras de brazos en actitud de ¡bésame! 

Hazte, amada, la sorda cuando algún güelefrito dictamine, 
observándome, que he quedado igualito. 
Y hazte la que no oye ni comprende ni mira 
cuando alguno comente que parece mentira. 

Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda: 
Yo quiero ser un muerto 
como los de Neruda; 
y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores: 
¡Eso es para los muertos esülo Julio Florez! 
No se te ocurra, amada, formar la gran «llorona» 
cada vez que te anuncien que llegó una corona; 
pero tampoco vayas a salir de 
indiscreta a curiosear el nombre que tiene la tarjeta. 

No grites, amada, que te lleve conmigo 
y que sin mí te quedas 
como en «Tomo y obligo», 
ni vayas a ponerte, con la voz desgarrada, 
a divulgar detalles de mi vida privada. 

Amor, cuando yo muera no hagas lo que hacen todas; 
no copies sus estilos, no repitas sus modas: 
Que aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto, 
¡sepa al menos el mundo que fui un muerto distinto!



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