POESÍA INOLVIDABLE

POESÍA INOLVIDABLE

domingo, 17 de julio de 2011

SI DIOS FUERA UNA MUJER


¿Y si Dios fuera mujer?

pregunta Juan sin inmutarse, vaya, vaya si Dios fuera mujer es posible que agnósticos y ateos no dijéramos no con la cabeza y dijéramos sí con las entrañas. Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez para besar sus pies no de bronce, su pubis no de piedra, sus pechos no de mármol, sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos para arrancarla de su lontananza y no habría que jurar hasta que la muerte nos separe ya que sería inmortal por antonomasia y en vez de transmitirnos SIDA o pánico nos contagiaría su inmortalidad.


Si Dios fuera mujer no se instalaría lejana en el reino de los cielos, sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno, con sus brazos no cerrados, su rosa no de plástico y su amor no de ángeles.

 Ay Dios mío, Dios mío si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qué lindo escándalo sería, qué venturosa, espléndida, imposible, prodigiosa blasfemia.

jueves, 7 de julio de 2011

RÍO GRANDE DE LOÍZA


¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en mi espíritu y deja que mi alma se pierda en tus riachuelos, para buscar la fuente que te robó de niño y en un ímpetu loco te devolvió al sendero.

Enróscate en mis labios y deja que te beba, para sentirte mío por un breve momento, y esconderte del mundo y en ti mismo esconderte, y oir voces de asombro en la boca del viento.

Apéate un instante del lomo de la tierra, y busca de mis ansias el íntimo secreto; confúndete en el vuelo de mi ave fantasía, y déjame una rosa de agua en mis ensueños.

¡Río Grande de Loíza!... Mi manantial, mi río, desde que alzome al mundo el pétalo materno; contigo se bajaron desde las rudas cuestas, a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos; y mi niñez fue toda un poema en el río, y un río en el poema de mis primeros sueños.

Llegó la adolescencia. Me sorprendió la vida prendida en lo más ancho de tu viajar eterno; y fui tuya mil veces y en un bello romance me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.

¿A dónde te llevaste las aguas que bañaron mis formas, en espiga de sol recién abierto?
¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo algún fauno en la playa me estará poseyendo!
¡Quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana me estaré derramando para abrir surcos nuevos; o si acaso, cansada de morder corazones, me estaré congelando en cristales de hielo!
¡Río Grande de Loíza!... Azul. Moreno. Rojo. Espejo azul, caído pedazo azul de cielo; desnuda carne blanca que se te vuelve negra cada vez que la noche se te mete en el lecho; roja franja de sangre, cuando bajo la lluvia a torrentes su barro te vomitan los cerros.

Río hombre, pero hombre con pureza de río, porque das tu azul alma cuando das tu azul beso.

Muy señor río mío. Río hombre. Unico hombre que ha besado mi alma al besar en mi cuerpo.

¡Río Grande de Loíza!... Río grande. Llanto grande. El más grande de todos nuestros llantos isleños, si no fuera más grande el que de mí se sale por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.


domingo, 17 de julio de 2011

SI DIOS FUERA UNA MUJER


¿Y si Dios fuera mujer?

pregunta Juan sin inmutarse, vaya, vaya si Dios fuera mujer es posible que agnósticos y ateos no dijéramos no con la cabeza y dijéramos sí con las entrañas. Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez para besar sus pies no de bronce, su pubis no de piedra, sus pechos no de mármol, sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos para arrancarla de su lontananza y no habría que jurar hasta que la muerte nos separe ya que sería inmortal por antonomasia y en vez de transmitirnos SIDA o pánico nos contagiaría su inmortalidad.


Si Dios fuera mujer no se instalaría lejana en el reino de los cielos, sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno, con sus brazos no cerrados, su rosa no de plástico y su amor no de ángeles.

 Ay Dios mío, Dios mío si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qué lindo escándalo sería, qué venturosa, espléndida, imposible, prodigiosa blasfemia.

jueves, 7 de julio de 2011

RÍO GRANDE DE LOÍZA


¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en mi espíritu y deja que mi alma se pierda en tus riachuelos, para buscar la fuente que te robó de niño y en un ímpetu loco te devolvió al sendero.

Enróscate en mis labios y deja que te beba, para sentirte mío por un breve momento, y esconderte del mundo y en ti mismo esconderte, y oir voces de asombro en la boca del viento.

Apéate un instante del lomo de la tierra, y busca de mis ansias el íntimo secreto; confúndete en el vuelo de mi ave fantasía, y déjame una rosa de agua en mis ensueños.

¡Río Grande de Loíza!... Mi manantial, mi río, desde que alzome al mundo el pétalo materno; contigo se bajaron desde las rudas cuestas, a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos; y mi niñez fue toda un poema en el río, y un río en el poema de mis primeros sueños.

Llegó la adolescencia. Me sorprendió la vida prendida en lo más ancho de tu viajar eterno; y fui tuya mil veces y en un bello romance me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.

¿A dónde te llevaste las aguas que bañaron mis formas, en espiga de sol recién abierto?
¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo algún fauno en la playa me estará poseyendo!
¡Quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana me estaré derramando para abrir surcos nuevos; o si acaso, cansada de morder corazones, me estaré congelando en cristales de hielo!
¡Río Grande de Loíza!... Azul. Moreno. Rojo. Espejo azul, caído pedazo azul de cielo; desnuda carne blanca que se te vuelve negra cada vez que la noche se te mete en el lecho; roja franja de sangre, cuando bajo la lluvia a torrentes su barro te vomitan los cerros.

Río hombre, pero hombre con pureza de río, porque das tu azul alma cuando das tu azul beso.

Muy señor río mío. Río hombre. Unico hombre que ha besado mi alma al besar en mi cuerpo.

¡Río Grande de Loíza!... Río grande. Llanto grande. El más grande de todos nuestros llantos isleños, si no fuera más grande el que de mí se sale por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.


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