POESÍA INOLVIDABLE

POESÍA INOLVIDABLE

miércoles, 28 de diciembre de 2011

LAS UVAS DEL TIEMPO


Madre: esta noche se nos muere un año.
En esta ciudad grande, todos están de fiesta;
zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!;
claro, como todos tienen su madre cerca...
¡Yo estoy tan solo, madre,
tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera;
estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año
pasado que se queda.
Si vieras, si escucharas esta alboroto: hay hombres
vestidos de locura, con cacerolas viejas,
tambores de sartenes,
cencerros y cornetas;
el hálito canalla
de las mujers ebrias;
el diablo, con diez latas prendidas en el rabo,
anda por esas calles inventando piruetas,
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.
Esta es la noche en que todos se ponen
en los ojos la venda,
para olvidar que hay alguien cerrando un libro,
para no ver la periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
porque no lo sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una perdida.
Aquí es de la tradición que en esta noche,
cuando el reloj anuncia que el Año Nuevo llega,
todos los hombres coman, al compas de las horas,
las doce uvas de la Noche Vieja.
Pero aquí no se abrazan ni gritan: ¡FELIZ AÑO!,
como en los pueblos de mi tierra;
en este gozo hay menos caridad; la alegría
de cada cual va sola, y la tristeza
del que está al margen del tumulto acusa
lo inevitable de la casa ajena.
¡Oh nuestras plazas, donde van las gentes,
sin conocerse, con la buena nueva!
Las manos que se buscan con la efusión unánime
de ser hormigas de la misma cueva;
y al hombre que está solo, bajo un árbol,
le dicen cosas de honda fortaleza:
«¡Venid compadre, que las horas pasan;
pero aprendamos a pasar con ellas!»
Y el cañonazo en la Planicie,
y el himno nacional desde la iglesia,
y el amigo que viene a saludarnos:
«feliz año, señores», y los criados que llegan
a recibir en nuestros brazos
el amor de la casa buena.
Y el beso familiar a medianoche:
«La bendición, mi madre»
«Que el Señor la proteja...»
Y después, en el claro comedor, la familia
congregada para la cena,
con dos amigos íntimos, y tú, madre, a mi lado,
y mi padre, algo triste, presidiendo la mesa.
¡Madre, cómo son ácidas
las uvas de la ausencia!
¡Mi casona oriental! Aquella casa
con claustros coloniales, portón y enredaderas,
el molino de viento y los granados,
los grandes libros de la biblioteca
—mis libros preferidos: tres tomos con imágenes
que hablaban de los reinos de la Naturaleza—.
Al lado, el gran corral, donde parece
que hay dinero enterrado desde la Independencia;
el corral con guayabos y almendros,
el corral con peonías y cerezas
y el gran parral que daba todo el año
uvas más dulces que la miel de las abejas.
Bajo el parral hay un estanque;
un baño en ese estanque sabe a Grecia;
del verde artesonado, las uvas en racimos,
tan bajas, que del agua se podría cogerlas,
y mientras en los labios se desangra la uva,
los pies hacen saltar el agua fresca.
Cuando llegaba la sazón tenía
cada racimo un capuchón de tela,
para salvarlo de la gula
de las avispas negras,
y tenían entonces
una gracia invernal las uvas nuestras,
arrebujadas en sus talas blancas,
sordas a la canción de las abejas...
Y ahora, madre, que tan sólo tengo
las doce uvas de la Noche Vieja,
hoy que exprimo las uvas de los meses
sobre el recuerdo de la viña seca,
siento que toda la acidez del mundo
se está metiendo en ella,
porque tienen el ácido de lo que fue dulzura
las uvas de la ausencia.
Y ahora me pregunto:
¿Por qué razón estoy yo aquí? ¿Qué fuerza pudo
más que tu amor, que me llevaba
a la dulce aninomia de tu puerta?
¡Oh miserable vara que nos mides!
¡El Renombre, la Gloria..., pobre cosa pequeña!
¡Cuando dejé mi casa para buscar la Gloria,
cómo olvidé la Gloria que me dejaba en ella!
Y esta es la lucha ante los hombres malos
y ante las almas buenas;
yo soy un hombre a solas en busca de un camino.
¿Dónde hallaré camino mejor que la vereda
que a ti me lleva, madre; la verdad que corta
por los campos frutales, pintada de hojas secas,
siempre recién llovida,
con pájaros del trópico, con muchachas de la aldea,
hombres que dicen: «Buenos días, niño»,
y el queso que me guardas siempre para merienda?
Esa es la Gloria, madre, para un hombre
que se llamó fray Luis y era poeta.
¡Oh mi casa sin cítricos, mi casa donde puede
mi poesía andar como una reina!
¿Qué sabes tú de formas y doctrinas,
de metros y de escuela?
Tú eres mi madre, que me dices siempre
que son hermosos todos mis poemas;
para ti, soy grande; cuando dices mis versos,
yo no sé si los dices o los rezas...
¡Y mientras exprimimos en las uvas del Tiempo
toda una vida absurda, la promesa
de vernos otra vez se va alargando,
y el momento de irnos está cerca,
y no pensamos que se pierde todo!
¡Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta
y en la última uva libo la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza,
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar en tus ojeras,
y manos pulcras, y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva;
que eres hermosa, madre, todavía,
y yo estoy loco por estar de vuelta,
porque tú eres la Gloria de mis años
y no quiero volver cuando estés vieja!...
Uvas del Tiempo que mi ser escancia
en el recuerdo de la viña seca,
¡cómo me pierdo, madre, en los caminos
hacia la devoción de tu vereda!
Y en esta algarabía de la ciudad borracha,
donde va mi emoción sin compañera,
mientras los hombres comen las uvas de los meses,
yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta.
Mi labio está bebiendo de tu seno,
que es el racimo de la parra buena,
el buen racimo que exprimí en el día
sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.
Madre, esta noche se nos muere un año;
todos estos señores tienen su madre cerca,
y al lado mío mi tristeza muda
tiene el dolor de una muchacha muerta...
Y vino toda la acidez del mundo
a destilar sus doce gotas trémulas,
cuando cayeron sobre mi silencio
las doce uvas de la Noche Vieja.

domingo, 27 de noviembre de 2011

EN BUSCA DE LA VERDAD


Érase una vez un hombre que buscaba la verdad.

Un buen día llegó a un lugar en donde ardía una innumerable cantidad de velas de aceite.

Éstas se encontraban cuidadas por un anciano que, ante la curiosidad de este individuo respondió que ése era el lugar de la verdad absoluta.

Aquél le preguntó qué significaban sus palabras, a lo cual respondió que cada vela reflejaba la vida de cada individuo sobre la tierra: a medida que se consume el aceite, menos tiempo de vida le queda.

El hombre le preguntó si le podía indicar cuál era la de él.

Al descubrir que la llama estaba flaqueando, a punto de extinguirse, aprovechó un instante de distracción del anciano y tomó la vela de al lado para verter un poco de aceite de ésta en la suya.

Cuando estuvo a punto de alzar la vela, su mano fue detenida por la del anciano diciendo: -"creí que buscabas la verdad"...

Reflexión
A veces en la búsqueda de la verdad, cuando creemos encontrarla nos resulta tan difícil asumirla que la negamos...

Sucede en la vida, ante traiciones, engaños, infidelidades.

Vamos buscando la verdad para confirmar nuestras sospechas y al descubrirla nos sentimos débiles para asumirla, ya que a veces la verdad es tan dolorosa que nos deja paralizados o nos sentimos morir al enfrentarla...

Optamos por negarla, o tomamos la parte que más nos beneficia y dejamos la que más nos perjudica...

Descubrir la verdad puede ser terrible, pero es mucho más doloroso convivir con la mentira...

miércoles, 23 de noviembre de 2011

MISERIA


El otro día vi
a un rico
de pie en la puerta del templo.

Tendía sus manos
llenas de piedras preciosas
a todos los transeúntes, diciendo:
-Tened compasión,
tomad de mí estas joyas.

Me han puesto el alma enferma
y me han endurecido el corazón:
piedad, tened piedad,
tomadlas,
haced que me cure.


Pero nadie le hacía caso.

domingo, 2 de octubre de 2011

INMORTALIDAD



No, no fue tan efímera la historia de nuestro amor: entre los folios tersos del libro virginal de tu memoria, como pétalo azul está la gloria
doliente, noble y casta de mis versos.


No puedes olvidarme: te condeno a un recuerdo tenaz.

 Mi amor ha sido lo más alto en tu vida, lo más bueno; y sólo entre los légamos y el cieno, 
surge el pálido loto del olvido.

Me verás dondequiera: en el incierto anochecer, en la alborada rubia, y cuando hagas labor en el desierto corredor, mientras tiemblan en tu huerto los monótonos hilos de la lluvia.

¡Y habrás de recordar! Esa es la herencia
que te da mi dolor, que nada ensalma.

¡Seré cumbre de luz en tu existencia, y un reproche inefable en tu conciencia
y una estela inmortal dentro de tu alma!


jueves, 22 de septiembre de 2011

POESIA A MI MADRE


Flor de perfume inagotable
Gentileza innata, amor incalculable,
distes a todos tus hijos en tus años de

esplendor lo más bello que tenías, y eso es, todo tu amor, gracias querida madre, gracias por tanta dedicación, ni los años ni la distancia pueden con tanto amor, te deseo en éste día especial de tu cumpleaños, que una lluvia de ángeles te protejan hoy y siempre, bendición madre querida, y un beso para ti con todo mi amor.

viernes, 9 de septiembre de 2011

REGALO DE DIOS



Regalo de Dios
Verdadero tesoro, te amo desde siempre.
Criatura de belleza espiritual única, Gracias.

Regalo de Dios.
Eres el bálsamo de mi existencia.

Poesía mía, infinito amor,
 te regalo amor eterno,

¡Dios te bendiga hijo!



Feliz Cumpleaños

miércoles, 17 de agosto de 2011

UN CUENTO DE ABU Y FATI

 Fati, es una niña de ocho años y medio, cuyo nombre es Fátima, como la hija de Mahoma la princesa; es una chica muy lista, habla y escribe bien el castellano, Está siempre en comunicación con su abuelo, y le pone preguntas muy facilitas para que éste se las responda.

 El abuelo, a quien ella llama Abu, le regaló, a los seis meses de edad, Las fábulas ilustradas, y Fati fue creciendo viendo esas ilustraciones de princesas, príncipes, animales, y todo un mundo de fantasía que tanto enriquece a los niños.

Estaban, un día, Abu y Fáti hablando:-Le dijo Fati a Abu-:-Abu, nárrame un cuento, que sea cortito, y bonito.-

He aquí, lo que contó Abu a Fati-:-Había una vez un rosal que tenía una Rosa roja, muy bonita, quien sabía que lo era, y una abejita, llamada Melita, fue un día a absorber la esencia de la Rosa, para luego hacer la miel, en su colmena.

Estando posada en la flor, le dijo Melita, a la Rosa:-Hola, preciosa, eres muy linda; gracias por permitirme absorber tu esencia con la que voy a hacer la miel.

 A ti la naturaleza te dotó con el Don de la belleza, pero, también tienes una fragancia exquisita, eres rica en nutrientes, en vitamina C, y en tantas otras sustancias que la ciencia, aún, debe descubrir en ti.

Oh, abejita Melita, -le responde la Rosa-, tú sí que eres sabia; nadie como tú es capaz de hacer algo tan sabroso como la miel.

 La naturaleza te dotó con el Don de la Sabiduría.

 Eres capaz de extraer la quintaesencia de la naturaleza con la esencia de las flores. Eres una auténtica alquimista que conoce el secreto de la piedra filosofal, el más preciado del universo.-

Entonces, Fati le hizo una de sus preguntas muy facilitas a Abu-:-Dime Abu, y el Don de la Prudencia, a qué animal se lo asignó Dios?-A la hormiguita, -le responde Abu-, quien trabaja durante la primavera y el verano, y guarda lo que deberá comerse en el otoño y en el invierno.

 Dios le dio el Don de la prudencia, que le permite ahorrar hoy para cuando lo necesite mañana. 

Así Dios puso de ejemplo a la hormiguita para enseñar a los humanos a hacer lo mismo.-Entonces, Abu, -dice Fati-: las hormiguitas, piensan?-Claro que sí, Fati, Dios también le dio el Don de la inteligencia, el del pensamiento y el de los sentimientos; pero, también se los dio al rosal, para hacer las Rosas, y a la abeja, para hacer la miel.Oh, que bien, -dice Fati-: entonces, cada uno tiene algo especial que hacer en esta vida, y hay que hacerlo tan bien como el Rosal hace la Rosa, la abejita, la miel, y la hormiguita, el trabajo y el ahorro, en la primavera y en el verano, para tener abundante comida durante todo el otoño y el invierno, y así vivir tranquila, contenta y feliz.-

Así es, Fati, -responde Abu-.-Abu: Que trabajadora es la hormiguita!, -complementa Fati-.Luego, agrega-:-Quiero cultivar la belleza de la Rosa, la sabiduría de la abejita Melita, y la prudencia y el ahorro de la hormiguita y el trabajo perfecto de todas ellas.-Si así lo haces, Fati, serás siempre muy feliz…. Feliz, feliz… -le responde Abu-, porque estarás cultivando los sentimientos y practicando las virtudes.-

Qué es un sentimiento, Abu?, -pregunta Fati-.-Abu le responde-: Sentimiento viene de sentir, es una emoción: Tú puedes sentir la emoción del amor, de la belleza, de la justicia, de la bondad, de la gratitud, de la fortaleza y de la templanza y practicar esos sentimientos, amando, haciendo cosas bellas y cuidando tu belleza, la del cuerpo y la de los pensamientos, siendo justa, buena y agradecida.

 Además ser fuerte y valiente frente a todo; prudente, precavida y equilibrada en todo.

 Eso es la práctica de las virtudes y quien lo hace, es una persona virtuosa. A las personas virtuosas, todo le va bien en la vida, Dios le protege y le ayuda. Por eso las personas son felices, muy felices.

-Oye, Abu, -dice Fati-: -La Rosa, la abejita y la hormiguita si que son sabias; con razón Dios las pone de maestras de los humanos para que estos aprendan las leyes de la naturaleza y a ser felices como la Rosa, la abejita y la hormiguita.-

Que bien has dicho, Fati. Te felicito, ya sabes muchas cosas muy interesantes. Cuanto has aprendido leyendo las fábulas de Esopo, de Babrio, de Samaniego y de La Fontaine!-Gracias, Abu, -responde Fati-, me gustan mucho los cuentos y las fábulas, pero también el juego de ajedrez, que me hace ejercitar la mente y pensar como ganar.-

Vamos a jugar ajedrez, Abu?-De acuerdo, -responde Abu-.




viernes, 12 de agosto de 2011

VIVO SIN VIVIR EN MI


Vivo sin vivir en mí 
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.

 En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo;
pues sin él y sin mí quedo,
este vivir ¿qué será?
Mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero.

 Esta vida que yo vivo
es privación de vivir;
y así, es continuo morir
hasta que viva contigo.


Oye, mi Dios, lo que digo:
que esta vida no la quiero,
que muero porque no muero.

 Estando ausente de ti
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
pues de suerte persevero,
que muero, porque no muero.

 El pez que del agua sale
aun de alivio no carece,
que en la muerte que padece
al fin la muerte le vale.


¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo más muero?

 Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor;
viviendo en tanto pavor
y esperando como espero,
muérome porque no muero.

 ¡Sácame de aquesta muerte
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero,
que muero porque no muero.

 Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida,
en tanto que detenida
por mis pecados está. 


¡Oh mi Dios!, ¿cuándo será
cuando yo diga de vero:
vivo ya porque no muero?

domingo, 17 de julio de 2011

SI DIOS FUERA UNA MUJER


¿Y si Dios fuera mujer?

pregunta Juan sin inmutarse, vaya, vaya si Dios fuera mujer es posible que agnósticos y ateos no dijéramos no con la cabeza y dijéramos sí con las entrañas. Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez para besar sus pies no de bronce, su pubis no de piedra, sus pechos no de mármol, sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos para arrancarla de su lontananza y no habría que jurar hasta que la muerte nos separe ya que sería inmortal por antonomasia y en vez de transmitirnos SIDA o pánico nos contagiaría su inmortalidad.


Si Dios fuera mujer no se instalaría lejana en el reino de los cielos, sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno, con sus brazos no cerrados, su rosa no de plástico y su amor no de ángeles.

 Ay Dios mío, Dios mío si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qué lindo escándalo sería, qué venturosa, espléndida, imposible, prodigiosa blasfemia.

jueves, 7 de julio de 2011

RÍO GRANDE DE LOÍZA


¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en mi espíritu y deja que mi alma se pierda en tus riachuelos, para buscar la fuente que te robó de niño y en un ímpetu loco te devolvió al sendero.

Enróscate en mis labios y deja que te beba, para sentirte mío por un breve momento, y esconderte del mundo y en ti mismo esconderte, y oir voces de asombro en la boca del viento.

Apéate un instante del lomo de la tierra, y busca de mis ansias el íntimo secreto; confúndete en el vuelo de mi ave fantasía, y déjame una rosa de agua en mis ensueños.

¡Río Grande de Loíza!... Mi manantial, mi río, desde que alzome al mundo el pétalo materno; contigo se bajaron desde las rudas cuestas, a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos; y mi niñez fue toda un poema en el río, y un río en el poema de mis primeros sueños.

Llegó la adolescencia. Me sorprendió la vida prendida en lo más ancho de tu viajar eterno; y fui tuya mil veces y en un bello romance me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.

¿A dónde te llevaste las aguas que bañaron mis formas, en espiga de sol recién abierto?
¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo algún fauno en la playa me estará poseyendo!
¡Quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana me estaré derramando para abrir surcos nuevos; o si acaso, cansada de morder corazones, me estaré congelando en cristales de hielo!
¡Río Grande de Loíza!... Azul. Moreno. Rojo. Espejo azul, caído pedazo azul de cielo; desnuda carne blanca que se te vuelve negra cada vez que la noche se te mete en el lecho; roja franja de sangre, cuando bajo la lluvia a torrentes su barro te vomitan los cerros.

Río hombre, pero hombre con pureza de río, porque das tu azul alma cuando das tu azul beso.

Muy señor río mío. Río hombre. Unico hombre que ha besado mi alma al besar en mi cuerpo.

¡Río Grande de Loíza!... Río grande. Llanto grande. El más grande de todos nuestros llantos isleños, si no fuera más grande el que de mí se sale por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.


viernes, 24 de junio de 2011

EL PLACER



Entonces, un ermitaño, que visitaba la ciudad anualmente, se adelantó y dijo: Háblanos del Placer.

Y él respondió, diciendo:
El placer es una canción de libertad, pero no es libertad. Es el florecer de vuestros deseos, pero no su fruto.

Es una llamada de la profundidad a la altura pero no es lo profundo ni lo alto.

Es lo enjaulado que toma alas, pero no es el espacio confinado.

¡Ay! en verdad verdadera, el placer es una canción de libertad.
Y yo desearía que la cantarais con plenitud de corazón, pero no que perdierais el corazón en el canto.

Algunos jóvenes entre vosotros buscan el placer como si lo fuese todo y son juzgados por ello y censurados.
Yo no los juzgaría ni censuraría. Los dejaría buscarlo. Porque encontrarán el placer pero no lo encontrarán solo; siete son sus hermanas y la peor de ellas es más hermosa que el placer.
¿No habéis oído del hombre que escarbaba la tierra buscando raíces y encontró un tesoro?
Y algunos mayores entre vosotros recuerdan los placeres con arrepentimiento, como faltas cometidas en embriaguez.

 Pero el arrepentimiento es el nublarse de la mente y no su castigo.

Deberían ellos recordar los placeres con gratitud, como lo harían de la cosecha de un verano.

Sin embargo, si los conforta el arrepentirse, dejad que se arrepientan.

Y algunos hay, entre vosotros, que no son ni jóvenes para buscar, ni viejos para recordar.

Y, en su miedo a buscar y recordar, huyen de todos los placeres para no olvidar el espíritu u ofenderlo.

Pero esa renuncia misma es su placer.

Y, así, ellos también encuentran un tesoro, escarbando con manos temblorosas para buscar raíces.

Pero, decidme, ¿quién es el que puede ofender al espíritu?
¿Ofende el ruiseñor la quietud de la noche o la luciérnaga ofende a las estrellas?
Y ¿molestan al viento vuestro fuego o vuestro humo? ¿Creéis que es el espíritu un estanque quieto que podéis enturbiar con un bastón?
A menudo, al negaros placer, no hacéis otra cosa que guardar el deseo en los recesos de vuestro ser.

¿Quién no sabe que lo que parece omitido, aguarda el mañana?
Aun vuestro cuerpo sabe de su herencia y su justa necesidad y no será engañado.

Y vuestro cuerpo es el arpa de vuestra alma.

Y sois vosotros los que podéis sacar de él dulce música o confusos sonidos.

Y ahora vosotros preguntáis en vuestro corazón: " ¿Cómo distinguiremos lo que es bueno de lo que no es bueno en el placer?"
Id a vuestros campos y a vuestros jardines y aprenderéis que el placer de la abeja es reunir miel de las flores.

Pero es también el placer de la flor el ceder su miel a la abeja.
Porque, para la abeja, una flor es fuente de vida.

Y, para la flor, una abeja es un mensajero de amor, y para ambos, abejas y flor, el dar y el recibir placer son una necesidad y un éxtasis.

Pueblo de Orfalese, sed en vuestros placeres como las abejas y las flores.

martes, 31 de mayo de 2011

LOS HIJOS


Y una mujer que sostenía un niño contra su seno pidió: Háblanos de los hijos
Y él dijo:
Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa de mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos
semejantes a ti
porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero
sea para la FELICIDAD

domingo, 22 de mayo de 2011

EL MATRIMONIO




Entonces, Almitra habló otra vez: ¿Qué nos diréis sobre el Matrimonio, Maestro?
Y él respondió, diciendo:
Nacisteis juntos y juntos para siempre.

Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros días.

Sí; estaréis juntos aun en la memoria silenciosa de Dios. Pero dejad que haya espacios en vuestra cercanía.

Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros. Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.

Que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.

Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.

Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.

Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música.

Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga.

Porque sólo la mano de la vida puede contener los corazones.

Y estad juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están aparte.

Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.

miércoles, 11 de mayo de 2011

EL AMOR



Dijo Almitra: Háblanos del Amor.

Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces, dijo con gran voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo.

Y cuando su camino sea duro y difícil.

Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera.

Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce nuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines.

Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.

Así como os acrece, así os poda.

Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.

Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.

Os desgarra para desnudaros.

Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.

Os pulveriza hasta volveros blancos.

Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.

Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.

Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.

Pero si, en vuestro miedo, buscáreis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales.

Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.


El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.

El amor no posee ni es poseído.

Porque el amor es suficiente para el amor.

Cuando améis no debéis decir: "Dios está en mi corazón", sino más bien: "Yo estoy en el corazón de Dios."

Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.


El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.

Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos:
Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.


Saber del dolor de la demasiada ternura.

Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente.

Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.

Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar. Volver al hogar con gratitud en el atardecer.

Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

LAS UVAS DEL TIEMPO


Madre: esta noche se nos muere un año.
En esta ciudad grande, todos están de fiesta;
zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!;
claro, como todos tienen su madre cerca...
¡Yo estoy tan solo, madre,
tan solo!; pero miento, que ojalá lo estuviera;
estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año
pasado que se queda.
Si vieras, si escucharas esta alboroto: hay hombres
vestidos de locura, con cacerolas viejas,
tambores de sartenes,
cencerros y cornetas;
el hálito canalla
de las mujers ebrias;
el diablo, con diez latas prendidas en el rabo,
anda por esas calles inventando piruetas,
y por esta balumba en que da brincos
la gran ciudad histérica,
mi soledad y tu recuerdo, madre,
marchan como dos penas.
Esta es la noche en que todos se ponen
en los ojos la venda,
para olvidar que hay alguien cerrando un libro,
para no ver la periódica liquidación de cuentas,
donde van las partidas al Haber de la Muerte,
por lo que viene y por lo que se queda,
porque no lo sufrimos se ha perdido
y lo gozado ayer es una perdida.
Aquí es de la tradición que en esta noche,
cuando el reloj anuncia que el Año Nuevo llega,
todos los hombres coman, al compas de las horas,
las doce uvas de la Noche Vieja.
Pero aquí no se abrazan ni gritan: ¡FELIZ AÑO!,
como en los pueblos de mi tierra;
en este gozo hay menos caridad; la alegría
de cada cual va sola, y la tristeza
del que está al margen del tumulto acusa
lo inevitable de la casa ajena.
¡Oh nuestras plazas, donde van las gentes,
sin conocerse, con la buena nueva!
Las manos que se buscan con la efusión unánime
de ser hormigas de la misma cueva;
y al hombre que está solo, bajo un árbol,
le dicen cosas de honda fortaleza:
«¡Venid compadre, que las horas pasan;
pero aprendamos a pasar con ellas!»
Y el cañonazo en la Planicie,
y el himno nacional desde la iglesia,
y el amigo que viene a saludarnos:
«feliz año, señores», y los criados que llegan
a recibir en nuestros brazos
el amor de la casa buena.
Y el beso familiar a medianoche:
«La bendición, mi madre»
«Que el Señor la proteja...»
Y después, en el claro comedor, la familia
congregada para la cena,
con dos amigos íntimos, y tú, madre, a mi lado,
y mi padre, algo triste, presidiendo la mesa.
¡Madre, cómo son ácidas
las uvas de la ausencia!
¡Mi casona oriental! Aquella casa
con claustros coloniales, portón y enredaderas,
el molino de viento y los granados,
los grandes libros de la biblioteca
—mis libros preferidos: tres tomos con imágenes
que hablaban de los reinos de la Naturaleza—.
Al lado, el gran corral, donde parece
que hay dinero enterrado desde la Independencia;
el corral con guayabos y almendros,
el corral con peonías y cerezas
y el gran parral que daba todo el año
uvas más dulces que la miel de las abejas.
Bajo el parral hay un estanque;
un baño en ese estanque sabe a Grecia;
del verde artesonado, las uvas en racimos,
tan bajas, que del agua se podría cogerlas,
y mientras en los labios se desangra la uva,
los pies hacen saltar el agua fresca.
Cuando llegaba la sazón tenía
cada racimo un capuchón de tela,
para salvarlo de la gula
de las avispas negras,
y tenían entonces
una gracia invernal las uvas nuestras,
arrebujadas en sus talas blancas,
sordas a la canción de las abejas...
Y ahora, madre, que tan sólo tengo
las doce uvas de la Noche Vieja,
hoy que exprimo las uvas de los meses
sobre el recuerdo de la viña seca,
siento que toda la acidez del mundo
se está metiendo en ella,
porque tienen el ácido de lo que fue dulzura
las uvas de la ausencia.
Y ahora me pregunto:
¿Por qué razón estoy yo aquí? ¿Qué fuerza pudo
más que tu amor, que me llevaba
a la dulce aninomia de tu puerta?
¡Oh miserable vara que nos mides!
¡El Renombre, la Gloria..., pobre cosa pequeña!
¡Cuando dejé mi casa para buscar la Gloria,
cómo olvidé la Gloria que me dejaba en ella!
Y esta es la lucha ante los hombres malos
y ante las almas buenas;
yo soy un hombre a solas en busca de un camino.
¿Dónde hallaré camino mejor que la vereda
que a ti me lleva, madre; la verdad que corta
por los campos frutales, pintada de hojas secas,
siempre recién llovida,
con pájaros del trópico, con muchachas de la aldea,
hombres que dicen: «Buenos días, niño»,
y el queso que me guardas siempre para merienda?
Esa es la Gloria, madre, para un hombre
que se llamó fray Luis y era poeta.
¡Oh mi casa sin cítricos, mi casa donde puede
mi poesía andar como una reina!
¿Qué sabes tú de formas y doctrinas,
de metros y de escuela?
Tú eres mi madre, que me dices siempre
que son hermosos todos mis poemas;
para ti, soy grande; cuando dices mis versos,
yo no sé si los dices o los rezas...
¡Y mientras exprimimos en las uvas del Tiempo
toda una vida absurda, la promesa
de vernos otra vez se va alargando,
y el momento de irnos está cerca,
y no pensamos que se pierde todo!
¡Por eso en esta noche, mientras pasa la fiesta
y en la última uva libo la última gota
del año que se aleja,
pienso en que tienes todavía, madre,
retazos de carbón en la cabeza,
y ojos tan bellos que por mí regaron
su clara pleamar en tus ojeras,
y manos pulcras, y esbeltez de talle,
donde hay la gracia de la espiga nueva;
que eres hermosa, madre, todavía,
y yo estoy loco por estar de vuelta,
porque tú eres la Gloria de mis años
y no quiero volver cuando estés vieja!...
Uvas del Tiempo que mi ser escancia
en el recuerdo de la viña seca,
¡cómo me pierdo, madre, en los caminos
hacia la devoción de tu vereda!
Y en esta algarabía de la ciudad borracha,
donde va mi emoción sin compañera,
mientras los hombres comen las uvas de los meses,
yo me acojo al recuerdo como un niño a una puerta.
Mi labio está bebiendo de tu seno,
que es el racimo de la parra buena,
el buen racimo que exprimí en el día
sin hora y sin reloj de mi inconsciencia.
Madre, esta noche se nos muere un año;
todos estos señores tienen su madre cerca,
y al lado mío mi tristeza muda
tiene el dolor de una muchacha muerta...
Y vino toda la acidez del mundo
a destilar sus doce gotas trémulas,
cuando cayeron sobre mi silencio
las doce uvas de la Noche Vieja.

domingo, 27 de noviembre de 2011

EN BUSCA DE LA VERDAD


Érase una vez un hombre que buscaba la verdad.

Un buen día llegó a un lugar en donde ardía una innumerable cantidad de velas de aceite.

Éstas se encontraban cuidadas por un anciano que, ante la curiosidad de este individuo respondió que ése era el lugar de la verdad absoluta.

Aquél le preguntó qué significaban sus palabras, a lo cual respondió que cada vela reflejaba la vida de cada individuo sobre la tierra: a medida que se consume el aceite, menos tiempo de vida le queda.

El hombre le preguntó si le podía indicar cuál era la de él.

Al descubrir que la llama estaba flaqueando, a punto de extinguirse, aprovechó un instante de distracción del anciano y tomó la vela de al lado para verter un poco de aceite de ésta en la suya.

Cuando estuvo a punto de alzar la vela, su mano fue detenida por la del anciano diciendo: -"creí que buscabas la verdad"...

Reflexión
A veces en la búsqueda de la verdad, cuando creemos encontrarla nos resulta tan difícil asumirla que la negamos...

Sucede en la vida, ante traiciones, engaños, infidelidades.

Vamos buscando la verdad para confirmar nuestras sospechas y al descubrirla nos sentimos débiles para asumirla, ya que a veces la verdad es tan dolorosa que nos deja paralizados o nos sentimos morir al enfrentarla...

Optamos por negarla, o tomamos la parte que más nos beneficia y dejamos la que más nos perjudica...

Descubrir la verdad puede ser terrible, pero es mucho más doloroso convivir con la mentira...

miércoles, 23 de noviembre de 2011

MISERIA


El otro día vi
a un rico
de pie en la puerta del templo.

Tendía sus manos
llenas de piedras preciosas
a todos los transeúntes, diciendo:
-Tened compasión,
tomad de mí estas joyas.

Me han puesto el alma enferma
y me han endurecido el corazón:
piedad, tened piedad,
tomadlas,
haced que me cure.


Pero nadie le hacía caso.

domingo, 2 de octubre de 2011

INMORTALIDAD



No, no fue tan efímera la historia de nuestro amor: entre los folios tersos del libro virginal de tu memoria, como pétalo azul está la gloria
doliente, noble y casta de mis versos.


No puedes olvidarme: te condeno a un recuerdo tenaz.

 Mi amor ha sido lo más alto en tu vida, lo más bueno; y sólo entre los légamos y el cieno, 
surge el pálido loto del olvido.

Me verás dondequiera: en el incierto anochecer, en la alborada rubia, y cuando hagas labor en el desierto corredor, mientras tiemblan en tu huerto los monótonos hilos de la lluvia.

¡Y habrás de recordar! Esa es la herencia
que te da mi dolor, que nada ensalma.

¡Seré cumbre de luz en tu existencia, y un reproche inefable en tu conciencia
y una estela inmortal dentro de tu alma!


jueves, 22 de septiembre de 2011

POESIA A MI MADRE


Flor de perfume inagotable
Gentileza innata, amor incalculable,
distes a todos tus hijos en tus años de

esplendor lo más bello que tenías, y eso es, todo tu amor, gracias querida madre, gracias por tanta dedicación, ni los años ni la distancia pueden con tanto amor, te deseo en éste día especial de tu cumpleaños, que una lluvia de ángeles te protejan hoy y siempre, bendición madre querida, y un beso para ti con todo mi amor.

viernes, 9 de septiembre de 2011

REGALO DE DIOS



Regalo de Dios
Verdadero tesoro, te amo desde siempre.
Criatura de belleza espiritual única, Gracias.

Regalo de Dios.
Eres el bálsamo de mi existencia.

Poesía mía, infinito amor,
 te regalo amor eterno,

¡Dios te bendiga hijo!



Feliz Cumpleaños

miércoles, 17 de agosto de 2011

UN CUENTO DE ABU Y FATI

 Fati, es una niña de ocho años y medio, cuyo nombre es Fátima, como la hija de Mahoma la princesa; es una chica muy lista, habla y escribe bien el castellano, Está siempre en comunicación con su abuelo, y le pone preguntas muy facilitas para que éste se las responda.

 El abuelo, a quien ella llama Abu, le regaló, a los seis meses de edad, Las fábulas ilustradas, y Fati fue creciendo viendo esas ilustraciones de princesas, príncipes, animales, y todo un mundo de fantasía que tanto enriquece a los niños.

Estaban, un día, Abu y Fáti hablando:-Le dijo Fati a Abu-:-Abu, nárrame un cuento, que sea cortito, y bonito.-

He aquí, lo que contó Abu a Fati-:-Había una vez un rosal que tenía una Rosa roja, muy bonita, quien sabía que lo era, y una abejita, llamada Melita, fue un día a absorber la esencia de la Rosa, para luego hacer la miel, en su colmena.

Estando posada en la flor, le dijo Melita, a la Rosa:-Hola, preciosa, eres muy linda; gracias por permitirme absorber tu esencia con la que voy a hacer la miel.

 A ti la naturaleza te dotó con el Don de la belleza, pero, también tienes una fragancia exquisita, eres rica en nutrientes, en vitamina C, y en tantas otras sustancias que la ciencia, aún, debe descubrir en ti.

Oh, abejita Melita, -le responde la Rosa-, tú sí que eres sabia; nadie como tú es capaz de hacer algo tan sabroso como la miel.

 La naturaleza te dotó con el Don de la Sabiduría.

 Eres capaz de extraer la quintaesencia de la naturaleza con la esencia de las flores. Eres una auténtica alquimista que conoce el secreto de la piedra filosofal, el más preciado del universo.-

Entonces, Fati le hizo una de sus preguntas muy facilitas a Abu-:-Dime Abu, y el Don de la Prudencia, a qué animal se lo asignó Dios?-A la hormiguita, -le responde Abu-, quien trabaja durante la primavera y el verano, y guarda lo que deberá comerse en el otoño y en el invierno.

 Dios le dio el Don de la prudencia, que le permite ahorrar hoy para cuando lo necesite mañana. 

Así Dios puso de ejemplo a la hormiguita para enseñar a los humanos a hacer lo mismo.-Entonces, Abu, -dice Fati-: las hormiguitas, piensan?-Claro que sí, Fati, Dios también le dio el Don de la inteligencia, el del pensamiento y el de los sentimientos; pero, también se los dio al rosal, para hacer las Rosas, y a la abeja, para hacer la miel.Oh, que bien, -dice Fati-: entonces, cada uno tiene algo especial que hacer en esta vida, y hay que hacerlo tan bien como el Rosal hace la Rosa, la abejita, la miel, y la hormiguita, el trabajo y el ahorro, en la primavera y en el verano, para tener abundante comida durante todo el otoño y el invierno, y así vivir tranquila, contenta y feliz.-

Así es, Fati, -responde Abu-.-Abu: Que trabajadora es la hormiguita!, -complementa Fati-.Luego, agrega-:-Quiero cultivar la belleza de la Rosa, la sabiduría de la abejita Melita, y la prudencia y el ahorro de la hormiguita y el trabajo perfecto de todas ellas.-Si así lo haces, Fati, serás siempre muy feliz…. Feliz, feliz… -le responde Abu-, porque estarás cultivando los sentimientos y practicando las virtudes.-

Qué es un sentimiento, Abu?, -pregunta Fati-.-Abu le responde-: Sentimiento viene de sentir, es una emoción: Tú puedes sentir la emoción del amor, de la belleza, de la justicia, de la bondad, de la gratitud, de la fortaleza y de la templanza y practicar esos sentimientos, amando, haciendo cosas bellas y cuidando tu belleza, la del cuerpo y la de los pensamientos, siendo justa, buena y agradecida.

 Además ser fuerte y valiente frente a todo; prudente, precavida y equilibrada en todo.

 Eso es la práctica de las virtudes y quien lo hace, es una persona virtuosa. A las personas virtuosas, todo le va bien en la vida, Dios le protege y le ayuda. Por eso las personas son felices, muy felices.

-Oye, Abu, -dice Fati-: -La Rosa, la abejita y la hormiguita si que son sabias; con razón Dios las pone de maestras de los humanos para que estos aprendan las leyes de la naturaleza y a ser felices como la Rosa, la abejita y la hormiguita.-

Que bien has dicho, Fati. Te felicito, ya sabes muchas cosas muy interesantes. Cuanto has aprendido leyendo las fábulas de Esopo, de Babrio, de Samaniego y de La Fontaine!-Gracias, Abu, -responde Fati-, me gustan mucho los cuentos y las fábulas, pero también el juego de ajedrez, que me hace ejercitar la mente y pensar como ganar.-

Vamos a jugar ajedrez, Abu?-De acuerdo, -responde Abu-.




viernes, 12 de agosto de 2011

VIVO SIN VIVIR EN MI


Vivo sin vivir en mí 
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.

 En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo;
pues sin él y sin mí quedo,
este vivir ¿qué será?
Mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero.

 Esta vida que yo vivo
es privación de vivir;
y así, es continuo morir
hasta que viva contigo.


Oye, mi Dios, lo que digo:
que esta vida no la quiero,
que muero porque no muero.

 Estando ausente de ti
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
pues de suerte persevero,
que muero, porque no muero.

 El pez que del agua sale
aun de alivio no carece,
que en la muerte que padece
al fin la muerte le vale.


¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo más muero?

 Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor;
viviendo en tanto pavor
y esperando como espero,
muérome porque no muero.

 ¡Sácame de aquesta muerte
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero,
que muero porque no muero.

 Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida,
en tanto que detenida
por mis pecados está. 


¡Oh mi Dios!, ¿cuándo será
cuando yo diga de vero:
vivo ya porque no muero?

domingo, 17 de julio de 2011

SI DIOS FUERA UNA MUJER


¿Y si Dios fuera mujer?

pregunta Juan sin inmutarse, vaya, vaya si Dios fuera mujer es posible que agnósticos y ateos no dijéramos no con la cabeza y dijéramos sí con las entrañas. Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez para besar sus pies no de bronce, su pubis no de piedra, sus pechos no de mármol, sus labios no de yeso.

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos para arrancarla de su lontananza y no habría que jurar hasta que la muerte nos separe ya que sería inmortal por antonomasia y en vez de transmitirnos SIDA o pánico nos contagiaría su inmortalidad.


Si Dios fuera mujer no se instalaría lejana en el reino de los cielos, sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno, con sus brazos no cerrados, su rosa no de plástico y su amor no de ángeles.

 Ay Dios mío, Dios mío si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qué lindo escándalo sería, qué venturosa, espléndida, imposible, prodigiosa blasfemia.

jueves, 7 de julio de 2011

RÍO GRANDE DE LOÍZA


¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en mi espíritu y deja que mi alma se pierda en tus riachuelos, para buscar la fuente que te robó de niño y en un ímpetu loco te devolvió al sendero.

Enróscate en mis labios y deja que te beba, para sentirte mío por un breve momento, y esconderte del mundo y en ti mismo esconderte, y oir voces de asombro en la boca del viento.

Apéate un instante del lomo de la tierra, y busca de mis ansias el íntimo secreto; confúndete en el vuelo de mi ave fantasía, y déjame una rosa de agua en mis ensueños.

¡Río Grande de Loíza!... Mi manantial, mi río, desde que alzome al mundo el pétalo materno; contigo se bajaron desde las rudas cuestas, a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos; y mi niñez fue toda un poema en el río, y un río en el poema de mis primeros sueños.

Llegó la adolescencia. Me sorprendió la vida prendida en lo más ancho de tu viajar eterno; y fui tuya mil veces y en un bello romance me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.

¿A dónde te llevaste las aguas que bañaron mis formas, en espiga de sol recién abierto?
¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo algún fauno en la playa me estará poseyendo!
¡Quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana me estaré derramando para abrir surcos nuevos; o si acaso, cansada de morder corazones, me estaré congelando en cristales de hielo!
¡Río Grande de Loíza!... Azul. Moreno. Rojo. Espejo azul, caído pedazo azul de cielo; desnuda carne blanca que se te vuelve negra cada vez que la noche se te mete en el lecho; roja franja de sangre, cuando bajo la lluvia a torrentes su barro te vomitan los cerros.

Río hombre, pero hombre con pureza de río, porque das tu azul alma cuando das tu azul beso.

Muy señor río mío. Río hombre. Unico hombre que ha besado mi alma al besar en mi cuerpo.

¡Río Grande de Loíza!... Río grande. Llanto grande. El más grande de todos nuestros llantos isleños, si no fuera más grande el que de mí se sale por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.


viernes, 24 de junio de 2011

EL PLACER



Entonces, un ermitaño, que visitaba la ciudad anualmente, se adelantó y dijo: Háblanos del Placer.

Y él respondió, diciendo:
El placer es una canción de libertad, pero no es libertad. Es el florecer de vuestros deseos, pero no su fruto.

Es una llamada de la profundidad a la altura pero no es lo profundo ni lo alto.

Es lo enjaulado que toma alas, pero no es el espacio confinado.

¡Ay! en verdad verdadera, el placer es una canción de libertad.
Y yo desearía que la cantarais con plenitud de corazón, pero no que perdierais el corazón en el canto.

Algunos jóvenes entre vosotros buscan el placer como si lo fuese todo y son juzgados por ello y censurados.
Yo no los juzgaría ni censuraría. Los dejaría buscarlo. Porque encontrarán el placer pero no lo encontrarán solo; siete son sus hermanas y la peor de ellas es más hermosa que el placer.
¿No habéis oído del hombre que escarbaba la tierra buscando raíces y encontró un tesoro?
Y algunos mayores entre vosotros recuerdan los placeres con arrepentimiento, como faltas cometidas en embriaguez.

 Pero el arrepentimiento es el nublarse de la mente y no su castigo.

Deberían ellos recordar los placeres con gratitud, como lo harían de la cosecha de un verano.

Sin embargo, si los conforta el arrepentirse, dejad que se arrepientan.

Y algunos hay, entre vosotros, que no son ni jóvenes para buscar, ni viejos para recordar.

Y, en su miedo a buscar y recordar, huyen de todos los placeres para no olvidar el espíritu u ofenderlo.

Pero esa renuncia misma es su placer.

Y, así, ellos también encuentran un tesoro, escarbando con manos temblorosas para buscar raíces.

Pero, decidme, ¿quién es el que puede ofender al espíritu?
¿Ofende el ruiseñor la quietud de la noche o la luciérnaga ofende a las estrellas?
Y ¿molestan al viento vuestro fuego o vuestro humo? ¿Creéis que es el espíritu un estanque quieto que podéis enturbiar con un bastón?
A menudo, al negaros placer, no hacéis otra cosa que guardar el deseo en los recesos de vuestro ser.

¿Quién no sabe que lo que parece omitido, aguarda el mañana?
Aun vuestro cuerpo sabe de su herencia y su justa necesidad y no será engañado.

Y vuestro cuerpo es el arpa de vuestra alma.

Y sois vosotros los que podéis sacar de él dulce música o confusos sonidos.

Y ahora vosotros preguntáis en vuestro corazón: " ¿Cómo distinguiremos lo que es bueno de lo que no es bueno en el placer?"
Id a vuestros campos y a vuestros jardines y aprenderéis que el placer de la abeja es reunir miel de las flores.

Pero es también el placer de la flor el ceder su miel a la abeja.
Porque, para la abeja, una flor es fuente de vida.

Y, para la flor, una abeja es un mensajero de amor, y para ambos, abejas y flor, el dar y el recibir placer son una necesidad y un éxtasis.

Pueblo de Orfalese, sed en vuestros placeres como las abejas y las flores.

martes, 31 de mayo de 2011

LOS HIJOS


Y una mujer que sostenía un niño contra su seno pidió: Háblanos de los hijos
Y él dijo:
Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa de mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos
semejantes a ti
porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero
sea para la FELICIDAD

domingo, 22 de mayo de 2011

EL MATRIMONIO




Entonces, Almitra habló otra vez: ¿Qué nos diréis sobre el Matrimonio, Maestro?
Y él respondió, diciendo:
Nacisteis juntos y juntos para siempre.

Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros días.

Sí; estaréis juntos aun en la memoria silenciosa de Dios. Pero dejad que haya espacios en vuestra cercanía.

Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros. Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.

Que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.

Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.

Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.

Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música.

Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga.

Porque sólo la mano de la vida puede contener los corazones.

Y estad juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están aparte.

Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.

miércoles, 11 de mayo de 2011

EL AMOR



Dijo Almitra: Háblanos del Amor.

Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces, dijo con gran voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo.

Y cuando su camino sea duro y difícil.

Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera.

Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce nuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines.

Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.

Así como os acrece, así os poda.

Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.

Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.

Os desgarra para desnudaros.

Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.

Os pulveriza hasta volveros blancos.

Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.

Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.

Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.

Pero si, en vuestro miedo, buscáreis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales.

Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.


El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.

El amor no posee ni es poseído.

Porque el amor es suficiente para el amor.

Cuando améis no debéis decir: "Dios está en mi corazón", sino más bien: "Yo estoy en el corazón de Dios."

Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.


El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.

Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos:
Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.


Saber del dolor de la demasiada ternura.

Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente.

Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.

Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar. Volver al hogar con gratitud en el atardecer.

Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.

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