POESÍA INOLVIDABLE

POESÍA INOLVIDABLE

lunes, 24 de mayo de 2010

JUSTO BRITO Y JUAN TABARES


                                                                                  Justo Brito y Juan Tabare,

hombres de vera y peinilla
como no pare otra madre,
por una vieja rencilla,
en el lugar que se vieran
la muerte juraron darse.

Dicen que el primer encuentro
lo tuvieron en un baile,
cuando iba Justo Brito
con Paulina Colmenares,
bailando un zumba que zumba
de esos que entibian la carne.
"¡Dame una paloma, Justo!...,
dame una paloma, vale",
gritóle desde un escaño
el temible Juan Tabare.

Pero Brito, en los espasmos
que da la fiebre del baile,
contestóle con la espalda,
sorda expresión del desaire.

Ten en cuenta. Justo Brito,
te lo juro por mi madre,
que el desprecio que me has hecho
nunca me lo hizo naide...;
¡yo te enseñaré, ca... rrizo...,
cómo se ofende a un Tabare!

Pasaron muchos veranos
desde la noche del baile,
más el rencor de los hombres
es difícil que se acabe.

En un claro de sabana,
que dora el sol de la tarde,
se encontraron de repente
Justo Brito y Juan Tabare.

Al mirarse frente a frente,
les templó el rencor la sangre;
no se dijeron palabras,
y en el furor de la lucha
las peinillas azarientas
casi cortaban el aire.

Dura y larga fue la brega,
y al morir aquella tarde
ambos estaban de bruces
en un gran charco de sangre.

Mañana dirá el que llegue
al propio sitio del lance:
"Fué por una 'palomita'
de Paulina Colmenares
que así se dieron la muerte
Justo Brito y Juan Tabare."
¡Dos hombres de pelo en pecho
como no pare otra madre!



MADRE



Madre: flor de dolor,
lirio angustiado
en la cruz del amor crucificado
como el sagrado
cuerpo del señor.

Madre: son de canción,
céfiro blando.,
tu nombre celestial me está cantando
en un claro rincón
del corazón.

Madre: sabor de amor:
dime qué tienen
tus blancas manos pálidas
que pueden suavizar mis asperezas,
y en el dulce fervor de las plegarias
son bálsamo de todas mis tristezas...

Madre: fulgor de amor rayo divino,
tu le das a mi afán de peregrino
la luz que alumbra el lóbrego camino
por donde llevo a cuestas mi dolor...

Madre: luz y alegría.,
¡oh santa madre mía!,
con tus labios piadosos
secas mi llanto de melancolía.
no se qué tiene tus benditos labios
que borran desagravios cuando besas,
y me enseñan más ciencia que los sabios
si una oración por el que sufre rezas.
El lirio puro de mi charca inmunda,
que ha hecho blanca mi noche tenebrosa,
madre, madre, tú has sido.

Y cuando yo por otros he sufrido,
lo has sufrido por mí, madre piadosa.
Y cuando vistes que mi incierto paso
vacilaba en la senda de mi vida,
se levantó la línea de tu brazo
señalándome el bien, ¡madre querida!

Madre: fulgor y rayo, amor y luz.,
bálsamo claro de mi triste infancia,
caricia en mi doliente juventud.

Madre:
Sé lluvia en mi desierto, escancia,
en el afán voraz de mi inquietud,
la dulce esencia, la palabra de oro
que alumbrará mi noche con tu luz,
y anegará mi vida en la fragancia
de tu alma luminosamente azul.

lunes, 24 de mayo de 2010

JUSTO BRITO Y JUAN TABARES


                                                                                  Justo Brito y Juan Tabare,

hombres de vera y peinilla
como no pare otra madre,
por una vieja rencilla,
en el lugar que se vieran
la muerte juraron darse.

Dicen que el primer encuentro
lo tuvieron en un baile,
cuando iba Justo Brito
con Paulina Colmenares,
bailando un zumba que zumba
de esos que entibian la carne.
"¡Dame una paloma, Justo!...,
dame una paloma, vale",
gritóle desde un escaño
el temible Juan Tabare.

Pero Brito, en los espasmos
que da la fiebre del baile,
contestóle con la espalda,
sorda expresión del desaire.

Ten en cuenta. Justo Brito,
te lo juro por mi madre,
que el desprecio que me has hecho
nunca me lo hizo naide...;
¡yo te enseñaré, ca... rrizo...,
cómo se ofende a un Tabare!

Pasaron muchos veranos
desde la noche del baile,
más el rencor de los hombres
es difícil que se acabe.

En un claro de sabana,
que dora el sol de la tarde,
se encontraron de repente
Justo Brito y Juan Tabare.

Al mirarse frente a frente,
les templó el rencor la sangre;
no se dijeron palabras,
y en el furor de la lucha
las peinillas azarientas
casi cortaban el aire.

Dura y larga fue la brega,
y al morir aquella tarde
ambos estaban de bruces
en un gran charco de sangre.

Mañana dirá el que llegue
al propio sitio del lance:
"Fué por una 'palomita'
de Paulina Colmenares
que así se dieron la muerte
Justo Brito y Juan Tabare."
¡Dos hombres de pelo en pecho
como no pare otra madre!



MADRE



Madre: flor de dolor,
lirio angustiado
en la cruz del amor crucificado
como el sagrado
cuerpo del señor.

Madre: son de canción,
céfiro blando.,
tu nombre celestial me está cantando
en un claro rincón
del corazón.

Madre: sabor de amor:
dime qué tienen
tus blancas manos pálidas
que pueden suavizar mis asperezas,
y en el dulce fervor de las plegarias
son bálsamo de todas mis tristezas...

Madre: fulgor de amor rayo divino,
tu le das a mi afán de peregrino
la luz que alumbra el lóbrego camino
por donde llevo a cuestas mi dolor...

Madre: luz y alegría.,
¡oh santa madre mía!,
con tus labios piadosos
secas mi llanto de melancolía.
no se qué tiene tus benditos labios
que borran desagravios cuando besas,
y me enseñan más ciencia que los sabios
si una oración por el que sufre rezas.
El lirio puro de mi charca inmunda,
que ha hecho blanca mi noche tenebrosa,
madre, madre, tú has sido.

Y cuando yo por otros he sufrido,
lo has sufrido por mí, madre piadosa.
Y cuando vistes que mi incierto paso
vacilaba en la senda de mi vida,
se levantó la línea de tu brazo
señalándome el bien, ¡madre querida!

Madre: fulgor y rayo, amor y luz.,
bálsamo claro de mi triste infancia,
caricia en mi doliente juventud.

Madre:
Sé lluvia en mi desierto, escancia,
en el afán voraz de mi inquietud,
la dulce esencia, la palabra de oro
que alumbrará mi noche con tu luz,
y anegará mi vida en la fragancia
de tu alma luminosamente azul.

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