POESÍA INOLVIDABLE

POESÍA INOLVIDABLE

jueves, 6 de agosto de 2009

ANATOMÍA LÍRICA


Llegamos al salón triste y sombrío, abrimos los estuches de escarlata, y fuimos todos, sobre el mármol frío, poniendo el vario instrumental de plata.

Y trajeron la muerta, rebosante de juventud, esplendida y radiosa, desnuda como Venus, deslumbrante y suave como un pétalo de rosa.

Sobre un grueso cristal brillante y duro quedó tendida como estatua fría; nos llamó el profesor, y a su conjuro La cátedra empezó de Anatomía.

En profundo silencio nos quedamos; en tanto que el doctor nos contemplaba,vestimos los mandiles y rodeamos la mesa en que el cadáver reposaba.

“¡Corte el fémur usted con firme pulso!…”,me dijo el profesor en tono quedo, y me puse a temblar como un convulso, con una extraña sensación de miedo.

“Reléveme, doctor, de este martirio que me llena de insólita tristeza; pero no puedo ensangrentar un lirio ni yo sé mutilar tanta belleza.

Perdóneme, doctor, si yo a su ruego me porto como un mal disciplinado; pero amo a Aspasia como bardo griego y a Friné con pasión de enamorado.

Fue motivo de mofa y de murmullo en toda el aula mi actitud incierta. El doctor me miró con noble orgullo, y con dulce piedad la virgen muerta..

Me quede contemplando la hermosura de aquella Niobe pálida y yacente, cuando sentí por la escalera oscura ligeros pasos y rumor de gente.

Eran todos alegres estudiantes, forjadores del chiste inoportuno, que venían con otros visitantes a profanar el esplendor de Juno.

Entonces yo, que siempre he respetado el pudor en sus últimos destellos, le tendí su cabello destrenzado como un tapiz sobre los muslos bellos.

Alguien quiso después con mano impura cobardemente descubrir lo ocultoy comentar con mágicos destellos, como el que intenta profanar un culto.

Pero ante los sátiros fui diestro y logré defender la Venus yerta, dí dos pasos delante del maestro y bese con amor la Circe muerta.

La turba estudiantil, atea y loca, desató contra mí torpes agravios, y yo, poeta, me llevé en la boca la rosa fría de los muertos labios.

Me acerque para ver sus ojos muertos y como un niño me incliné temblando, miré fijo sus párpados abiertos, y ella también se me quedo mirando.

Después de aquella escena emocionante reinó grave silencio por la sala donde estaba tendida y deslumbrante como una diosa la rival de Atala.

Respetó la cuchilla cortadora la eucarística flor de su hermosura, y llenóse el recinto en esa hora de un magnífico ambiente de ternura.

Y se cambio el aspecto de la clase; nos miró el profesor con raro ceño; pero abstraído, ni vertió una frase, como el que se hunde en la quietud del sueño.

Se terminó la clase, y en la puerta, al salir del salón de Anatomía, volví los ojos para ver la muerta. ¡Y me estaba sonriendo todavía!…


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jueves, 6 de agosto de 2009

ANATOMÍA LÍRICA


Llegamos al salón triste y sombrío, abrimos los estuches de escarlata, y fuimos todos, sobre el mármol frío, poniendo el vario instrumental de plata.

Y trajeron la muerta, rebosante de juventud, esplendida y radiosa, desnuda como Venus, deslumbrante y suave como un pétalo de rosa.

Sobre un grueso cristal brillante y duro quedó tendida como estatua fría; nos llamó el profesor, y a su conjuro La cátedra empezó de Anatomía.

En profundo silencio nos quedamos; en tanto que el doctor nos contemplaba,vestimos los mandiles y rodeamos la mesa en que el cadáver reposaba.

“¡Corte el fémur usted con firme pulso!…”,me dijo el profesor en tono quedo, y me puse a temblar como un convulso, con una extraña sensación de miedo.

“Reléveme, doctor, de este martirio que me llena de insólita tristeza; pero no puedo ensangrentar un lirio ni yo sé mutilar tanta belleza.

Perdóneme, doctor, si yo a su ruego me porto como un mal disciplinado; pero amo a Aspasia como bardo griego y a Friné con pasión de enamorado.

Fue motivo de mofa y de murmullo en toda el aula mi actitud incierta. El doctor me miró con noble orgullo, y con dulce piedad la virgen muerta..

Me quede contemplando la hermosura de aquella Niobe pálida y yacente, cuando sentí por la escalera oscura ligeros pasos y rumor de gente.

Eran todos alegres estudiantes, forjadores del chiste inoportuno, que venían con otros visitantes a profanar el esplendor de Juno.

Entonces yo, que siempre he respetado el pudor en sus últimos destellos, le tendí su cabello destrenzado como un tapiz sobre los muslos bellos.

Alguien quiso después con mano impura cobardemente descubrir lo ocultoy comentar con mágicos destellos, como el que intenta profanar un culto.

Pero ante los sátiros fui diestro y logré defender la Venus yerta, dí dos pasos delante del maestro y bese con amor la Circe muerta.

La turba estudiantil, atea y loca, desató contra mí torpes agravios, y yo, poeta, me llevé en la boca la rosa fría de los muertos labios.

Me acerque para ver sus ojos muertos y como un niño me incliné temblando, miré fijo sus párpados abiertos, y ella también se me quedo mirando.

Después de aquella escena emocionante reinó grave silencio por la sala donde estaba tendida y deslumbrante como una diosa la rival de Atala.

Respetó la cuchilla cortadora la eucarística flor de su hermosura, y llenóse el recinto en esa hora de un magnífico ambiente de ternura.

Y se cambio el aspecto de la clase; nos miró el profesor con raro ceño; pero abstraído, ni vertió una frase, como el que se hunde en la quietud del sueño.

Se terminó la clase, y en la puerta, al salir del salón de Anatomía, volví los ojos para ver la muerta. ¡Y me estaba sonriendo todavía!…


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